Una noche tarde, recibí una llamada del hospital de niños, diciéndome que mi hija de 20 años había sido atropellada por un automóvil, y estaba internada, muy grave.
Comencé a orar de inmediato. Desde un principio, decidí que la gratitud sería mi sostén. Iba a agradecer a Dios por todo, porque al hacerlo uno siente la presencia de Dios. Uno no puede estar agradecido y al mismo tiempo, desesperado. No puede haber un pensamiento negativo cuando uno está agradecido por la presencia del bien, porque Dios es el bien. Entonces si el bien está presente, nada más puede existir.
Mary Baker Eddy escribe: “Dios está en todas partes, y nada fuera de Él está presente ni tiene poder” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 473).
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