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Los ángeles de Dios nos guían

Del número de diciembre de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en alemán


En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, leemos: “Los ángeles no son seres humanos etéreos, desarrollando en sus alas cualidades animales; sino que son visitantes celestiales, que vuelan con alas espirituales, no materiales. Los ángeles son pensamientos puros de Dios, alados con Verdad y Amor, sin importar cuál sea su individualismo” (pág. 298). En el Glosario de este libro, los ángeles son definidos aún más: “Ángeles. Pensamientos de Dios que pasan al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, la pureza y la inmortalidad, contrarrestando todo mal, toda sensualidad y mortalidad” (pág. 581).

En mi vida he sentido a menudo que Dios nos envía Sus mensajes angelicales  —pensamientos puros— cuando, hablando humanamente, nos encontramos desesperados. Estas inspiraciones se manifiestan de diferentes maneras. A veces uno es guiado a abrir espontáneamente la Biblia, un libro por Mary Baker Eddy, o alguna de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, para leer algún pasaje en particular que contiene exactamente la respuesta correcta a una pregunta. En otras ocasiones puede que se encuentre con una persona que le dice exactamente lo que necesita escuchar para encontrar la solución a un problema.

Hace poco, leí varios pasajes de la Lección Bíblica en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana que tienen que ver con los ángeles, y recordé una experiencia que tuve hace varios años. En aquel entonces yo estaba estudiando en una facultad para maestros de distintas disciplinas. Para poder graduarse, todos los futuros maestros tenían que tener un certificado de natación y rescate de la Asociación de Salvavidas de Alemania. Era necesario aprobar un examen en el cual debíamos completar ciertas pruebas en el agua para demostrar que podíamos rescatar a alguien e impedir que se ahogara, si fuera necesario. Yo había aprendido a nadar ya de grande, y me sentía totalmente abrumada por esta prueba. Sin embargo, en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana había aprendido que podemos recurrir a Dios en busca de ayuda en cualquier situación, y que con Él nada es imposible. En la Biblia leemos: “Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:27). Cuando se practican deportes, comúnmente se cree que uno necesita tener un cuerpo fuerte, mucho entrenamiento, etc., para lograr ciertos resultados. No obstante, he llegado a comprender que soy la idea espiritual de Dios. Por ser una idea de Dios, reflejo y expreso cualidades espirituales que se manifiestan en alegría, valor, energía y coordinación. Yo no soy la fuente de estas cualidades, sino Dios. Por lo tanto, puedo hacer cualquier cosa que se requiera de mí. También sabía que las ideas espirituales son las que nos guían hacia la meta que necesitamos alcanzar. Dios nos las da con mucha alegría, porque Él es Amor.

También llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana y le pedí que me apoyara con la oración. Y pensé en esta frase de Ciencia y Salud: “Mantén tu pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los traerás a tu experiencia en la proporción en que ocupen tus pensamientos” (pág. 261). Durante el examen traté de aferrarme a la verdad acerca de mí misma, de que por ser una idea espiritual de Dios tengo todo lo que necesito.

En las primeras pruebas —bucear debajo del agua, arrastrar a una persona y ponerla a salvo, y usar técnicas específicas para llevar objetos más pesados debajo del agua— me fue bastante bien. Pero la última prueba, que consistía en nadar una larga distancia debajo del agua, probó ser un gran desafío para mí. Intenté nadar la distancia requerida una y otra vez. Pero en cada intento, salía fuera del agua a poca distancia de la meta, y no recibí el crédito que necesitaba para esa prueba. ¡Parecía ser imposible para mí! Es más, después de los numerosos e infructuosos intentos de nadar todo el trecho, tenía un terrible dolor de cabeza. Sabía que me quedaban apenas unos pocos minutos para terminar esta parte del examen.  

Parada en el borde de la piscina, totalmente exhausta y deprimida, me vino este pensamiento: “Date por vencida. Esto es demasiado difícil para ti. Lo cierto es que nunca fuiste una buena nadadora”. Otros deben haber notado mi consternación, porque de pronto otro estudiante que no conocía bien, se paró junto a mí. Simplemente me dijo: “Sí, si piensas que no puedes hacerlo, no lo vas a lograr. No puedes tener ningún pensamiento negativo”. ¡Sus palabras de aliento me sacudieron! Lo que me dijo me hizo pensar nuevamente en lo que había leído sobre la guía espiritual en Ciencia y Salud, y en lo que había estado pensando antes del examen. Sin dudar mucho, me sumergí en el agua por última vez, y para gran sorpresa de todos los que habían visto mis infructuosos intentos, ¡lo logré! Todos aplaudieron emocionados. Y para mi gran alegría, el terrible dolor de cabeza había desaparecido por completo.

Haríamos bien en permitir que los mensajes angelicales de Dios siempre nos guiaran. Inténtalo alguna vez. ¡Estos ángeles están más cerca de lo que crees!

Helga Janesch, Berlín

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