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Veamos la mariposa

Del número de diciembre de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Estaba buscando un libro en mi biblioteca, cuando me sentí impulsada a abrir uno que había sido muy popular años atrás, y que contenía fotos llamadas “estereogramas”. Un estereograma es una imagen en 3D que tiene la representación de un objeto, tal como una mariposa o una flor, oculta dentro de un diseño. A menudo el diseño se parece al papel para revestir paredes. Para poder detectar el objeto oculto en el diseño, el ojo necesita apartarse de este, y enfocarse en la forma menos obvia que haya dentro del mismo. Esto es difícil de hacer porque normalmente el ojo tiende a mantenerse enfocado en la primera imagen que ve. Mirar más allá de lo que uno ve a primera vista demanda esfuerzo, tiempo y paciencia. 

En el pasado, yo me había entrenado para hacer esto, y empecé a concentrarme en un estereograma del libro que, según recordaba, me había gustado mucho, para comprobar por pura curiosidad, si podía ver nuevamente la mariposa. Al principio, me costó mucho encontrarla, puesto que los colores en el diseño se mezclaban tan bien, que hacían difícil ver más allá del mismo. Sonreí al pensar que si le hubiera mostrado el estereograma a una amiga sin darle ninguna explicación, diciéndole: “¡Mira la mariposa!”, mi amiga habría insistido en que ella solo veía el diseño de un papel para revestir paredes, mientras yo sostenía que había una mariposa.

Mirar más allá de lo que uno ve a primera vista demanda esfuerzo, tiempo y paciencia.

Se me ocurrió pensar que, así como el diseño en la superficie de un estereograma es una distracción que nos impide ver la forma oculta, a veces la agitación y la discordancia que enfrentamos en la vida, tratan de impedirnos ver la realidad más profunda de la creación de Dios, por siempre armoniosa y apacible. Al enfrentar situaciones difíciles, con frecuencia me he esforzado por verlas desde esta perspectiva y he dejado de luchar, o de pensar en ellas una y otra vez, y he contemplado, en cambio, el bien que conozco gracias al estudio de la Ciencia Cristiana, el cual está siempre presente, tal como la mariposa está siempre presente en la imagen en 3D, aunque al principio no la veamos. 

Hace más de 2,000 años, Cristo Jesús literalmente revolucionó el pensamiento al guiarlo en esa dirección, cuando proclamó que la armonía, la perfección y todo el bien, son por siempre parte de nuestro ser. Declaró: “El reino de Dios dentro de vosotros está” (Lucas 17:21, según Versión Moderna), y esta certeza lo capacitó para no sentirse impresionado por las diferentes clases de pecado o enfermedad que encontró. Él sabía que el reino de los cielos no es un lugar sino la presencia eterna de la armonía de Dios, que reina dentro de nosotros. Al percibir la presencia de este reino, lo vemos manifestado en nuestra vida diaria. 

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, también nos alienta a ahondar profundamente, más allá de la superficie de las cosas, y a no aceptar simplemente lo que nuestros sentidos físicos nos muestran. Ella dijo: “Debemos examinar en profundidad el realismo en vez de aceptar sólo el sentido exterior de las cosas” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 129). Nos alentó a discernir lo que es verdad acerca de nuestra naturaleza. Al mirar la imagen correcta de nosotros mismos, en otras palabras, nuestro ser espiritual verdadero, y luego declararlo con insistencia como nuestra única identidad, somos liberados de los prejuicios y conceptos falsos de los sentidos materiales que limitan la vida y restringen la salud.

¡Procuremos ver siempre la belleza y libertad de nuestro ser espiritual real!

He aquí un pequeño ejemplo. Justo después de casarme, empecé a trabajar en una tienda que vendía productos por correo. Los clientes elegían en un catálogo lo que querían comprar, y luego podían venir a la tienda para ver el mueble, la bicicleta, el artefacto para el hogar, y otros, que querían pedir. En el negocio, los vendedores se sentaban al escritorio en los diferentes departamentos (muebles, cocina, joyería, etc.), y ayudaban a los clientes. Los escritorios no estaban asignados, de manera que cada vendedor rotaba de un departamento a otro. Sin embargo, había un escritorio que nadie quería elegir, era el que estaba en la entrada de la tienda. 

Estábamos en medio del invierno y ese escritorio se encontraba ubicado justo enfrente de las puertas automáticas. Estar sentado allí era como estar sentado afuera. Todos los vendedores que se habían sentado en ese escritorio se habían enfermado de catarro, y ahora ninguno de ellos quería sentarse nuevamente allí. Yo era la única dispuesta a hacerlo, y para sorpresa de todos, nunca me enfermé. Para mí era obvio  que mi salud no dependía de la temperatura, sino únicamente de mi relación con Dios. Debía mantenerme muy alerta porque mis colegas me venían a ver y sentían lástima por mí, y predecían que al día siguiente tendría un fuerte catarro. No obstante, yo me mantenía firme, atesorando la idea de que mi verdadero ser, mi único ser, era espiritual y, por lo tanto, era perfecto, intocable, invulnerable. 

A medida que nos enfocamos, con paciencia y persistencia, en la “mariposa” —que oramos para estar más conscientes de nuestro ser real— nos sentimos protegidos y seguros; tenemos renovada inspiración, y surgen inesperadas soluciones donde al principio no parecía haber ninguna. Entonces, ¡procuremos ver siempre la belleza y libertad de nuestro ser espiritual real!

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