En diciembre de 2012, me desperté con dolor en el área de mis riñones y fuertes dolores en brazos y piernas. Nunca antes había yo experimentado algo así. Ni bien empecé a preguntarme qué podría causarlo, de inmediato me di cuenta de que la Ciencia Cristiana enseña que no debemos buscar las causas en la materia, sino reconocer que todo es espiritual y perfecto. Enseguida decidí poner mi pensamiento en línea con estas enseñanzas.
Yo había descubierto la Biblia muchos años antes, gracias a la Ciencia Cristiana, y la historia de Daniel en el Antiguo Testamento me vino de inmediato al pensamiento. Esta historia cuenta que Daniel recurría infaliblemente en oración a Dios tres veces al día. Pero el Rey Darío publicó un decreto prohibiendo que se orara a otro, sino a él mismo. Desobedecer este decreto era castigado con la muerte. Daniel continuó volviéndose a Dios en oración con valentía, y Él no lo abandonó. Lo sacó sano y salvo del foso de los leones, dentro del cual lo habían arrojado como castigo por su devoción a Dios (véase Daniel, capítulo 6).
Me dije que yo podía demostrar la misma confianza. Yo también recurría a Dios regularmente, y siempre anhelaba ser guiada por Él y hacer Su voluntad. Por lo tanto, no podía sufrir, puesto que ante Dios, como Daniel, “fui hallada inocente” (véase Daniel 6:22).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!