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Reprensión merecida: bendiciones instantáneas

Del número de febrero de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2014.


Si nunca te han hecho una “evaluación de tu desempeño”, tal vez no sepas lo que se siente cuando te enfrentas con la opinión que un gerente o tus colegas tienen de ti y de tu trabajo. En una ocasión, salí de una evaluación con una lista de 15 áreas en las que necesitaba mejorar. ¡Fue toda una revelación!

No obstante, como las correcciones que debía hacer me fueron presentadas con una actitud semejante al Cristo, con franqueza, y con el sincero deseo de que progresara, así como por el bien de la organización; sintiendo además que se había realizado una honesta evaluación de mi desempeño, lo tomé con mucho tesón e interés y empecé a hacer las reformas necesarias. Como consecuencia, fui bendecida instantáneamente.

Al darnos el evangelio del amor, Jesús demostró cuán importante es también decirles a otros cuando están yendo en la dirección equivocada. Piensa en los fariseos, o aquellos cambistas del templo que vendían sus mercancías.

Piensa en los discípulos de Jesús cuando los instó a mantenerse alertas y a orar, y los pescó dormitando en el jardín; o cuando reprendió a Marta, una de las hermanas de Lázaro, por preocuparse más por las cosas mundanas, y no cuidar lo suficiente sus necesidades espirituales.

Piensa cuando Jesús bruscamente le dijo a la multitud de ansiosos visitantes recurrentes que ellos venían por los panes y los peces, en lugar de buscar sinceramente la comprensión espiritual que necesitaban para mejorar sus vidas.

Jesús hizo toda esa amonestación y represión por el amor puro que sentía por aquellos a quienes se dirigía, y por comprender claramente el potencial que tenían de elevarse por encima del deficiente desempeño de un ser humano, y demostrar cada vez más su naturaleza espiritual innata, por siempre presente y perfecta.

Luego estaba la mujer que corrigió a Jesús cuando él al principio se negó a sanar a su hija. Jesús le había dicho: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos” ¿Cuál fue la respuesta de ella? “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (Mateo 15:26, 27). ¿Es posible que Jesús, valorando la fe y la franqueza expresada por esa mujer, cambiara de inmediato su proceder y sanara a su hija instantáneamente?

Mary Baker Eddy habla acerca de la “reprensión merecida” en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, cuando dice: “Si un amigo nos informa de una falta, ¿escuchamos pacientemente la reprensión y damos crédito a lo que se dice? ¿No damos más bien gracias porque no somos ‘como los otros hombres’?” Y ella agrega: “Durante muchos años la autora ha estado muy agradecida por las reprensiones merecidas” (págs. 8–9).

¿Escuchamos con la receptividad del Cristo cuando alguien con amor, honestidad, compasión y correctamente, nos señala alguna acción o dirección que necesitamos corregir? ¿Estamos experimentando la curación y el progreso espiritual que esta corrección semejante al Cristo puede traer? Este tipo de evaluación del desempeño puede hacernos avanzar de maneras maravillosas e inesperadas.

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