Esta semana tuvimos varios días de incesante y constante lluvia aquí en México, debido a dos huracanes y severas tormentas.
La preocupación por los malos efectos de los desastres naturales y daños a la gente me parecía inminente. Sin embargo, sabía que allí mismo podía encontrar el alivio y la respuesta de Dios, por lo que más que nunca me aferré a la oración.
Oré, sintiendo que la mejor respuesta era confiar completamente en Dios. Sabía que quedarme tranquila reconociendo que estábamos todos bajo Su cuidado y dirección, era más provechoso que dejarme llevar por los pensamientos de preocupación o temor por las consecuencias desastrosas que pudiera haber en mi comunidad y en los estados vecinos.
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