Un día, hace un año y medio, me desperté con un fuerte dolor de muela. El dolor era tan fuerte que no podía comer ni siquiera pensar con claridad.
Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle que me ayudara con la oración. Le expliqué cuál era, según yo, la raíz del problema. Hacía poco había ido al dentista, quien me había sacado radiografías y llegado a la conclusión de que tenía impactada una muela del juicio, y me había dicho que si no me la extraía, en algún momento podía producir inflamación y dolor fuerte.
La practicista me recordó este pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “No hay dolor en la Verdad, y no hay verdad en el dolor; …” (pág 113). Comprender que la sensación de dolor es engañosa tranquilizó el temor que sentía.
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