Esto fue lo que ocurrió en marzo del año pasado. En dos ocasiones durante la semana, tuve molestias en el estómago. Pero cada vez que ocurrió me sentí mejor muy pronto y pude ir a la escuela. Hasta pude comer mi comida favorita, “pondu” (hojas de mandioca). Pero un domingo por la mañana, cuando llegué a la Escuela Dominical el malestar regresó. Le dije a mi maestra que no podía ayudarla a poner los números de los himnos en la pared porque no me sentía bien. Entonces tuve que ir al baño. La maestra me dijo: “Dios te ama. ¡Dios cuida de ti!” Yo sabía que ella estaba orando por todos los niños de la Escuela Dominical. Y mi mamá también estaba orando por mí.
Hasta ese momento, yo no había orado para sanarme. Pensé en lo que me había dicho la maestra, y exclamé: “¡NO! Dios no puede estar enfermo, ¡así que yo tampoco puedo estar enfermo porque reflejo a Dios!” Luego participé en todas las actividades de la Escuela Dominical porque me sentía bien. Le agradecí a Dios por escuchar mi oración. Después, me fui a ver a mi mamá, y le dije: “¡Mami, me siento muy bien!” En el almuerzo, comí mucho. Mi estómago ha estado bien desde entonces. Puedo comer de todo sin ningún problema.
Aprendí que no puedo estar enfermo porque Dios es Amor, y yo soy espiritual. Me gusta aprender cosas acerca de Dios. Quiero aprender todo acerca de Dios porque me hace sentir feliz.
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