Un día, hace alrededor de un año, me desperté sintiendo como que todo en mi cuarto se me venía encima. La cabeza me daba vueltas y no lograba fijar la mirada.
Llamé a mi esposo, que también es estudiante de la Ciencia Cristiana. Afirmando la verdad que aprendemos en nuestro estudio de la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy, me dijo que por ser ideas puras y perfectas de Dios, estamos siempre en equilibrio. También me dijo que una balanza puede oscilar, como hace el péndulo de un reloj, pero eso no afecta el hecho espiritual de que la Verdad, Dios, es siempre recta y está en equilibrio perfecto. Por lo tanto, no puede haber imperfección en la creación divina. Y puesto que somos creados a imagen y semejanza de Dios, estamos siempre reflejando armonía, como dice el Himno 263 del Himnario de la Ciencia Cristiana: “Todo en Él es armonía, / como el orden estelar” (Tomado del original en sueco por J. O. Wallin, traducción español © CSBD.)
No obstante, los síntomas no cedían. Dado que todavía no lograba mantener el equilibrio, le pedí a mi esposo que orara por mí, y estuvo de acuerdo. Fue lindo tener el apoyo de mi marido.
En el permanente “ahora” de la realidad divina, estamos siempre en perfecta salud.
Padecí de estos síntomas durante algunos meses, pero continué confiando con firmeza en que el Amor divino, o el “perfecto amor”, como dice la Biblia, “echa fuera el temor” (1º Juan 4:18). Realmente me esforcé por superar el temor y mantenerme constante en mi certeza de que, puesto que Dios es perfecto, el hombre, por ser el reflejo de Dios, solo puede expresar perfección. La Sra. Eddy explica muy bien esta idea en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La comprensión a la manera de Cristo del ser científico y de la curación divina incluye un Principio perfecto e idea perfecta —Dios perfecto y hombre perfecto— como base del pensamiento y la demostración” (pág. 259).
Como tenía que ocurrir, sané y los síntomas nunca regresaron. Una vez más tuve prueba de que Dios es Todo-en-todo y que, por más serio que pueda parecer el cuadro material, para Dios todas las cosas son posibles. Me mantuve firme en mi confianza de que Dios es el único poder y puede destruir la ilusión de dolencia o enfermedad.
Aunque la curación tomó varios meses, pude continuar con mi trabajo. Durante este período de tiempo, no me centré en el “tiempo humano”. En cambio, me mantuve atenta al permanente “ahora” de la realidad divina, en el cual estamos todos siempre en perfecta salud, porque la perfección y armonía de Dios jamás dejan de expresarse. La confianza absoluta en Dios nos libera de todas las dolencias.
Mirta Perera Castro, Porto Alegre
