Cuando oras, ¿te detienes un momento a escuchar? Para poder escuchar, es necesario callar. Es necesario silenciar el constante parloteo de los sentidos materiales, con todas sus limitaciones, enfermedades y comentarios vanos.
Para escuchar a Dios entramos en nuestro aposento, como Cristo Jesús nos enseñó: “Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6).
Al volvernos de todo corazón a nuestro Padre-Madre Dios en busca de guía, de consuelo, de paz, Él siempre nos responde. Pero es necesario ser humildes, pacientes, receptivos, y a veces persistentes, y ceder a la armonía de la Mente divina, dejando de lado las suposiciones humanas. Entonces estamos preparados para recibir inspiración, para escuchar a la Mente infinita, revelándonos la verdad espiritual que necesitamos conocer para sanar y recuperar nuestra tranquilidad.
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