Un día en la escuela, tuve varios exámenes, y me empezó a doler la cabeza. Se lo conté a mi maestro, y me dijo que debía irme a casa. Pero yo no quería perderme los exámenes, así que le pedí a mi maestro si podía quedarme, y él me dejó. Durante el almuerzo, oré el Padre Nuestro de la Biblia, con la interpretación espiritual como aparece en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy (pág. 16-17). Lo aprendí en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana y lo sé de memoria. Realmente traté de entender lo que yo estaba diciendo en esa oración. Me sentí reconfortada y feliz. Pude quedarme en la escuela y rendir los exámenes.
Cuando llegué a casa, oré de nuevo con el Padre Nuestro. Mi hermana mayor me preguntó cómo estaba, y le dije: “Perfectamente bien”, porque sabía que era la verdad acerca de mí. Y, realmente, fui sanada, y empecé a jugar. Pienso que al orar y leer la Biblia y Ciencia y Salud, uno siempre puede sanarse muy rápido.
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