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Artículo de portada

El significado de la alegría

Del número de febrero de 2015 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 6 de octubre de 2014.


Con frecuencia, la alegría no se valora lo suficiente en la curación, sin embargo, una alegría apacible es un factor liberador. Muchas personas piensan que la alegría es simplemente un sentimiento de felicidad, pero es mucho más importante y profunda que eso. Al hablar sobre el tema, un amigo definió la alegría como satisfacción, y otra dijo que era paz y armonía.

Sofonías asegura: “El Señor está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos” (véase 3:17). Al reducir este poético versículo a sujeto y verbos, tenemos: Dios salvará, se gozará, callará y se regocijará. “Gozarse” y “regocijarse” representan aquí un gran porcentaje de la actividad de Dios. Como tener alegría es una actividad de Dios, nosotros debemos reflejar alegría activamente, puesto que estamos hechos a imagen de Dios. De acuerdo con Sofonías, Dios se regocija por nosotros con cánticos, de manera que la alegría es una melodía que sostiene con firmeza el bienestar. No existe carga alguna aquí. La aflicción no es una canción de Dios. A medida que nos aferramos a la totalidad de Dios, las cargas van disminuyendo.

A menudo pensamos que debemos enfrentar un desafío como un soldado, y eso no está mal, pero orar para sanar sin que se opere un cambio en la consciencia no produce la curación. Esfuérzate por aprender más acerca de Dios “en medio de ti” y persevera con alegría. Enfrentar la situación como un soldado sin estar consciente de que Dios está actuando, es un poco como el hijo mayor en la parábola bíblica. Después que regresa el hijo pródigo, el padre le hace una fiesta. El hijo mayor se siente resentido y dice: “He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo”. El padre responde: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Lucas 15:29–31).

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