Como todas las mañanas, yo tenía que prepararme para ir al colegio; estaba en la escuela secundaria en ese momento. Pero había pasado muy mal la noche. Me dolían la cabeza y la garganta y me sentía afiebrado. Le pedí a mi mamá, quien estudia la Ciencia Cristiana, que me ayudara por medio de la oración. Ella me dijo que no tuviera miedo, porque nunca estamos separados de Dios. Nos pusimos a orar. Leí una parte de la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana de esa semana. El título de la lección era “Vida”.
Mi mamá se negó a aceptar que el dolor o la fiebre pudieran estar presentes, porque son ilusiones. Hablamos acerca de la historia de la “Cotorra que habla”, por Marie Taillefer, que habíamos escuchado en christianscience.com. El audio muestra que la enfermedad, como cualquier otro mal, es tan solo una mentira que no debemos creer. (véase http://christianscience.com/prayer-and-health/inspirational-media/your-daily-lift/parrot-talk/(language)/eng-US).
Mi mamá también me reconfortó y me habló sobre la actitud mental que me ayudaría. Me dijo que debía negar la realidad del dolor enérgicamente porque no era parte de mí, y declarar con firmeza mi perfección real como el hijo de Dios, y luego levantarme sabiendo que Dios, el Amor divino, sana.
Oré para mí mismo el Padre Nuestro, después me levanté y me preparé para ir la escuela. Yo continué orando, negando que el dolor pudiera ser parte de mí y manteniendo mi perfección espiritual como hijo de Dios. Durante toda la mañana, pensé en el mensaje escrito en la pared de nuestra iglesia, “Dios es amor” (1º Juan 4:8).
Aquella noche el dolor y la fiebre ya habían desaparecido. Le agradecimos a Dios y leímos el poema llamado ‘Satisfecho’ por Mary Baker Eddy. La primera estrofa dice:
Tu suerte no importará
si guía Amor,
que es tuya, en calma o tempestad,
la paz de Dios.
(Himnario de la Ciencia Cristina, Nº 160 © CSBD)