Al descubrir las leyes divinas que gobernaban las curaciones de Cristo Jesús, Mary Baker Eddy puso a nuestra disposición los recursos y el conocimiento espiritual que necesitamos para sanar por medios espirituales hoy en día. De hecho, para poder realizar lo que Jesús prometió: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12).
El Maestro nos dio a conocer el camino de salvación, pero también nos dio una tarea a realizar. Es decir, la necesidad de espiritualizar nuestro pensamiento y comprender mejor a Dios y a nosotros mismos como hijos de Dios, a fin de poder ayudar a la humanidad y realizar las mismas obras que él hizo. Jesús con mucho amor sanó la enfermedad, reformó pecadores y transformó la vida de la gente.
Nosotros, al igual que sus discípulos, también tenemos la responsabilidad de seguir sus enseñanzas, no con rituales y repeticiones vanas, sino con obras, con curaciones, transformando nuestro pensamiento y nuestra vida, y ayudando a los demás también a hacerlo.
“Las promesas serán cumplidas. El tiempo para la reaparición de la curación divina es a través de todos los tiempos; y quienquiera que ponga su todo terrenal sobre el altar de la Ciencia divina, bebe de la copa del Cristo ahora y es dotado del espíritu y del poder de la curación cristiana” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 55).
En este número de El Heraldo una escritora habla acerca de la importancia de reconocer cuán esenciales y valiosos somos individualmente por ser hijos de Dios, y de estar conscientes de nuestra unión inquebrantable con nuestro Padre-Madre Dios.
Las curaciones de cálculos en la vesícula y riñones, y de fuertes dolores de cabeza, son una muestra de que es vital reconocer nuestra identidad espiritual, y comprender que estamos siempre sostenidos por el Amor divino, pues somos la idea perfecta del Amor.
Mary Baker Eddy señala: “El amor es el cumplimiento de la ley; él es gracia, misericordia y justicia” (Escritos Misceláneos, pág. 11). Se requiere de mucho amor a Dios y al hombre, para poder hacer las obras de Jesús. Pero como tú bien sabes, las recompensas por seguirlo son maravillosas. Te cambia la vida.
Patricia del Castillo
