¿Quién no desea conocer a Dios?
Todos en algún momento, ya sea por la espontaneidad de un deseo, por un instante de felicidad, por un desafío que enfrentamos, deseamos sentir la presencia de Dios y conocerlo. Muchos nos hemos tornado a Dios con todo el corazón, y sabemos que es posible comprenderlo mejor.
No obstante, es un conocimiento que no se obtiene de la noche a la mañana. De hecho, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar” (Juan 16:12). Aquel que busca comprender a Dios, va alcanzando poco a poco, un nivel de consciencia espiritual cada vez más profundo, más amplio, más desarrollado, más real y amoroso. Comprueba que Dios es el Amor siempre presente. El hombre tiene una relación muy estrecha con el Amor divino, pues siempre está en Dios y es uno con Dios por ser Su expresión espiritual.
En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, leemos: “El Ser Divino tiene que ser reflejado por el hombre, de lo contrario, el hombre no es la imagen y semejanza del paciente, tierno y verdadero, el Único ‘del todo amable’; mas comprender a Dios es la obra de la eternidad, y exige la absoluta consagración de los pensamientos, las energías y los deseos” (pág. 3). Y dada la insistencia con que el mundo habla del sufrimiento y tan esporádicamente de la felicidad, nuestros sinceros esfuerzos por comprender a Dios y a Su idea, el hombre, deberían ser una actividad constante. Llega un momento en que uno se da cuenta de que no puede seguir siendo tan ignorante respecto a la realidad espiritual.
Cristo Jesús prometió: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). ¿A qué verdad se refería? Al verdadero origen espiritual del hombre, a su unidad inalterable con la Mente infinita. Se refería a que lo único que realmente existe es Dios y Su creación, incluso el hombre y el universo; a que Dios es Todo-en-todo. Se expresa en todas partes, infinitamente, y se manifiesta a través de cada uno de nosotros.
El hombre no puede existir sin Dios, y Dios no existiría sin Su propia autoexpresión perfecta.
En Ciencia y Salud encontramos conceptos muy útiles que aclaran y ayudan a comprender más a Dios y la naturaleza real del hombre, tales como: “El hombre es la expresión del ser de Dios” (pág. 470); “El hombre es espiritual y perfecto; y porque es espiritual y perfecto, tiene que ser comprendido así en la Ciencia Cristiana”; “El hombre es incapaz de pecar, enfermar y morir” (pág. 475).
Por ser ideas espirituales expresamos naturalmente cualidades que tienen su fuente en Dios. Pero esta verdad debe ser comprendida y demostrada en nuestra vida. Por ejemplo, expresamos Alma al manifestar pureza, dominio, belleza espiritual en nuestra vida. Espíritu en la medida que nos regocijamos de que somos uno con el Padre, y por lo tanto, espirituales. Y expresamos Principio divino cuando vivimos de acuerdo con la dirección de Dios, demostramos el orden del Principio, y comprendemos mediante la oración la satisfacción que Dios nos ha dado. También manifestamos Vida en la proporción que demostramos vitalidad, energía y la fortaleza de la Vida. Expresamos Amor siempre que demostramos compasión, alegría, afecto incondicional por nuestros semejantes. Demostramos que somos ideas de la Mente infinita siempre que expresamos sabiduría, inteligencia, receptividad. Declaramos la Verdad siempre que somos una transparencia clara y pura del Cristo, la idea perfecta de Dios. Nuestra demostración de las cualidades propias del Cristo contribuyen a traer paz y curación a nuestro entorno.
El hombre, creado a imagen de Dios, no puede estar separado de la Vida, la Verdad y el Amor divinos. Dios nos necesita a todos, y nosotros Lo necesitamos a Él. El hombre no puede existir sin Dios, y Dios no existiría sin Su propia autoexpresión perfecta.
En Ciencia y Salud leemos: “Un aroma se torna beneficioso y agradable sólo en la proporción en que se esparza en la atmósfera circundante. Lo mismo sucede con nuestro conocimiento de la Verdad” (pág. 128).
A medida que aceptamos que este conocimiento espiritual viene a nosotros debido a la relación que tenemos con Dios, y ponemos nuestra comprensión en práctica a diario, contribuimos a sanar el ambiente que todos compartimos. La curación se produce a medida que miramos más allá de los objetos que nos presentan los sentidos mortales, y percibimos en cambio la perfección de la realidad espiritual. De esta forma, en lugar de ver destrucción, vemos la absoluta armonía de Dios; en lugar de contaminación, percibimos la atmósfera clara y pura del Espíritu; en vez de ver un suelo árido, vemos en su lugar las abundantes y florecientes ideas del Amor.
Buscar y comprender a Dios trae felicidad y bendiciones para todos.