Al ver cómo los medios de comunicación y las redes sociales, así como las organizaciones internacionales no gubernamentales, informan acerca de terribles actos de violencia, desplazamientos masivos de poblaciones, y situaciones que amenazan la estabilidad mundial, podemos legítimamente preguntarnos si es todavía útil orar por la paz en el mundo. Y si la respuesta es sí, ¿en qué medida nuestra oración tendría verdaderamente un efecto en las vidas que sufren de angustia?
Pensando en esto, motivado por el genuino deseo de que reine una paz permanente para todo aquel que se encuentra atrapado en estas horribles situaciones, encontré inspiración en la Biblia, especialmente en las enseñanzas de nuestro Salvador, Cristo Jesús.
Él nos prometió paz cuando dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Sus enseñanzas nos muestran que todos los hombres y las mujeres son creados por el Amor, creados por Dios, de manera que tienen el derecho divino de tener protección, vida, libertad, seguridad y paz; y Dios es quien los provee. Jesús también nos dio estas reconfortantes palabras: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da; no se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!