En 1961, la filial de la Iglesia de Cristo, Científico de la que era miembro en aquella época, me alertó de que habría una reunión internacional para estudiantes, a celebrarse en La Iglesia Madre en Boston. Me inscribí, y los miembros de mi iglesia me apoyaron mucho con los preparativos para este importante viaje. También sería mi primer vuelo en avión, y yo no veía el momento de hacerlo.
Sin embargo, el día de la salida, cuando llegué al Aeropuerto de Frankfurt, me dijeron que el vuelo que habían ofrecido a un precio reducido para estudiantes, había sido cancelado con poco tiempo de aviso.
¿Qué hacer? Yo no quería regresar a mi casa. Uno de los conceptos que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, a la que había asistido desde que tenía 13 años, es que con Dios no hay pasos de retroceso, solo progreso. Como Él es el Amor y la inteligencia divinos, que es infinitamente atento y sabio, nada puede frustrar el propósito que Él tiene para nosotros, Sus hijos.
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