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Una adopción armoniosa

Del número de agosto de 2015 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Hacía ya trece años que quería tener un hijo con mi esposo, y me sentía triste por no ser mamá. Por otro lado, pensaba que adoptar generaría muchos problemas.

Fue en esa época que tomé instrucción de Clase Primaria en la Ciencia Cristiana con un maestro autorizado. Esta clase, establecida por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, dura 12 días, y da a los estudiantes la oportunidad de profundizar su conocimiento de Dios y de la oración en la Ciencia Cristiana.

La clase me abrió los ojos respecto a mi situación. Me dio la certeza de que había una solución. Todos los temores sobre la adopción y la herencia, desaparecieron por completo cuando me di cuenta de que todos somos realmente hijos de Dios, y que todos expresamos las cualidades divinas. En realidad, todos heredamos de Dios, y por lo tanto, solo podemos heredar el bien.

Hablé con mi esposo, y decidimos comenzar el proceso para adoptar un niño. Elegimos una zona del mundo que hacía varios años que conocíamos. En esta región, las personas mismas se encargan de dar los pasos necesarios, sin tener que ir a través de una organización. Sin embargo, aun así es difícil encontrar un bebé para adoptar. Las parejas que quieren adoptar viven a veces experiencias infelices y desalentadoras.

Permití que Dios me guiara. Lo escuchaba y confiaba en Él por completo.

A pesar de eso, yo estaba convencida, mediante mi estudio de la Ciencia Cristiana y mis oraciones, de que era la forma correcta de hacerlo. A partir de ese momento, permití que Dios me guiara. Lo escuchaba y confiaba en Él por completo. Sabía que la solución ya estaba presente. Había un bebé para nosotros y las necesidades de una familia serían respondidas. Solo la Mente divina estaba operando, y estaba gobernando cada etapa.

A fin de seguir con los pasos humanos necesarios, visitamos el país que habíamos elegido, y nos quedamos tres meses, luego regresamos a casa. Tres meses después de haber regresado, recibí una llamada telefónica informándome que el niño nacería en octubre de 2011, y que sería para nosotros. Me di cuenta de que nacería exactamente nueve meses después de haber visitado el país. Comprendí que las cosas se desenvuelven armoniosamente, no mediante la voluntad humana, sino que el plan de Dios ya está preparado.

Después de eso, todo transcurrió muy rápido y con buenos resultados. El desenvolvimiento fue armonioso y maravilloso: encontramos un asistente en el lugar, nos quedamos localmente con amigos que nos apoyaron con mucho amor, tuvimos una gozosa reunión con la familia biológica del niño, el procedimiento administrativo y legal por el que nos guiaron fue simple, el alumbramiento fue fácil para la madre, y nació un bebé saludable, la expresión de una generosidad infinita.

Ahora tenemos un niño adorable, sano, alegre, que nos hace muy felices. “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 494).

Estoy sumamente agradecida a la Ciencia Cristiana que abre nuestros ojos a la realidad espiritual, como Dios la conoce, a Mary Baker Eddy por compartir su descubrimiento con el mundo y por establecer la instrucción de clase Primaria en la Ciencia Cristiana, y finalmente a Dios por Su infinita bondad.

Laurence Bouteille, La Cadière d’Azur

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