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Original Web

“El viaje es el destino”

Del número de agosto de 2015 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en alemán

Apareció primero el 28 de agosto de 2014 como original para la Web.


A lo largo de los años, he disfrutado mucho de viajar por el mundo con mi esposa, y durante nuestros numerosos viajes, he logrado percibir la verdadera infinitud de los caminos recorridos. Aun cuando un camino parece que está por terminar, muy rara vez resulta ser una senda sin salida. No obstante, también he aprendido a prepararme mejor para mis viajes, tanto a nivel organizacional como metafísico. Como el autor de Salmos 139:24, le he pedido a Dios: “Guíame en el camino eterno”. Este salmo, que se ha convertido en mi constante guía y compañero, me asegura que Dios está siempre mostrándome el camino. Y gracias a las Lecciones Bíblicas semanales de la Ciencia Cristiana, soy alimentado a diario con las ideas que me muestran el sendero de la curación mediante la comprensión de que Dios, la Vida, no tiene comienzo ni fin, y que el hombre refleja esta Vida divina e infinita.

La Biblia cuenta acerca de los pioneros que prepararon el camino para otros, tal como Abraham y Moisés en el Antiguo Testamento, quienes libraron a sus tribus o pueblo de situaciones difíciles y los guiaron hacia un camino seguro. Esto requirió de cualidades espirituales. Por ejemplo, Mary Baker Eddy, la autora de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, describe las cualidades de Abraham como: “Fidelidad; fe en la Vida divina y en el eterno Principio del ser” (pág. 579).

Más aún, muchos de los contemporáneos de Cristo Jesús consideraban que él era el Mostrador del Camino, y lo mismo piensa mucha gente de nuestra época. Las curaciones que realizaba Jesús sacaban a la gente de situaciones aparentemente desesperadas. Por ejemplo, resucitó al hijo único de una mujer viuda, y esto no solo trajo alegría porque la vida de su hijo fue restaurada, sino que hizo posible que la viuda pudiera continuar su camino por la vida como un miembro respetado de su comunidad, en lugar de tener que recurrir a la caridad (véase Lucas 7:12–15). En otra ocasión cuando algunos de sus discípulos estaban en una barca y en peligro de ahogarse, Jesús calmó la tormenta de modo que ellos pudieran continuar su camino y cumplir su misión (véase Marcos 6:48–51).

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