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Apreciados lectores:

Del número de noviembre de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“El reino de la Mente infalible, eterna y omnipotente; la atmósfera del Espíritu, donde el Alma es suprema” dice en parte, la definición de “Reino de los cielos” en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy (pág. 590).

Y este reino, esta atmósfera, no se encuentra fuera de nosotros. Como Jesús declaró: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17: 20, 21).  Por lo tanto, cuando estamos profundamente conscientes de la presencia del reino espiritual en nosotros, somos capaces de demostrarlo, donde quiera que vayamos. Y entonces somos el tipo de pensadores espirituales descritos en nuestro editorial del mes, pensadores que “establecen una atmósfera del bien esperado”. El editorial, “Para cambiar el clima de muerte”, dice: “Ellos irradian una confianza de que una Mente totalmente buena gobierna el universo, al impulsar e inspirar la acción inteligente”.

¿Parece esto difícil de hacer? ¿Incluso imposible? Sin embargo, es muy natural para nosotros ser estos pensadores que traen consigo su propia atmósfera mental, pacífica, purificada y espiritualizada. Esta mentalidad pueden sentirla los que nos rodean. Y esta es la única forma realmente eficaz para transformar un ambiente triste, morboso o violento, y poco a poco, dar lugar a la paz.

Recientemente en el metro, una joven madre regañaba constantemente a sus dos pequeñas hijas sin ninguna razón aparente. Luego, ella contestó al teléfono con el mismo tono de voz. No sólo era frustración. Había rabia en lo profundo. Sentí compasión por ella, y oré, tratando de verla como Dios la ve. Unos diez minutos después, cuando ya no estaba pensando en el asunto, la escuché hablarle con mucha ternura a su hija menor. Incluso estaba bromeando con ella. No había más rastro de ira en su voz. Estoy segura de que cosas semejantes les deben haber sucedido a ustedes también, ¿no es así?

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).

Con afecto,

Sylvie Updegraff

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