Mi hijo había estado desempleado por seis meses. Había enviado su currículum a varias compañías, pero no se había presentando ninguna oportunidad para él. Con el correr de los días estaba cada vez más preocupado y ansioso.
Me pidió que orara por la situación, y yo lo hice. Sin embargo, a medida que oraba pensando específicamente acerca de las circunstancias de mi hijo, más preocupado él estaba.
Entonces me di cuenta de que debía cambiar mi forma de orar. Ya había tenido muchas curaciones al volverme en consagrada oración a Dios solamente. Por ejemplo, había sanado de depresión y temor a hablar en público. Supe que en este caso, también necesitaba volverme a Dios solamente y no escuchar lo que los sentidos materiales estaban diciendo.
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