En mi ciudad parece que las banderas están a media asta con más frecuencia que nunca, indicando el fallecimiento de personas muy veneradas. Esto me recuerda que cada día millones de personas están de luto por la pérdida de alguien. La muerte es una constante en las conversaciones en público, y no solo respecto a las personas. Escuchamos hablar de la muerte de bosques, arrecifes de coral, especies enteras; incluso de la muerte de la privacidad, las costumbres e instituciones tradicionales, incluida la iglesia.
Centrar tanto la atención en la muerte crea un opresivo clima mental que es necesario cambiar con urgencia. Un verso de un himno indica una forma de hacerlo:
Dijo el Espíritu:
Venid y libres sed en la Verdad;
triste el ensueño es del mortal.
La Vida soy, venid a Mí.
(Elizabeth C. Adams, Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 188, traducción © CSBD)
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