En esta temporada de Acción de Gracias y gratitud que se celebra aquí en América del Norte, he estado pensado en esto: No tenemos que esperar hasta haber sido liberados o sanados para estar agradecidos. Dar gracias a Dios por adelantado nos saca de la creencia de que somos mortales, limitados, tristes o con dolor.
Expresar gratitud vívidamente, antes de la demostración, puede ayudar a que seamos más receptivos a la evidencia actual de la benevolencia de Dios. Nos ayuda a abrazar la verdad inmutable acerca de nosotros mismos como Sus ideas espirituales, bendecidas, completas y perfectas.
Dios es la luz central del existir genuino y perfecto, el origen verdadero de la vida; el amoroso creador que cuida y se deleita con Su universo espiritual, y hace que resplandezca. El Amor de Dios que viene a la consciencia humana es la calidez y la inspiración que ilumina los rincones oscuros de la experiencia humana, y derrite la dura y fría resistencia a la verdad que el sentido mortal impondría sobre nosotros.
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