¿Por qué vas a conformarte con la añadidura cuando puedes tener el reino de Dios? Esta pregunta me vino al pensamiento hace algunos años cuando estaba buscando trabajo. Era evidente que yo había superado el puesto que tenía, y no parecía haber ningún otro puesto abierto dentro de la organización. Había enviado mi curriculum vitae a varios contactos, e incluso tenía idea de donde quería trabajar, pero no se abría ninguna oportunidad. Y aunque estaba muy entusiasmada con la posibilidad de encontrar un nuevo trabajo, sentía el profundo deseo de lograr algo más.
De modo que, cuando me vino el mensaje angelical de buscar el reino de Dios, realmente me tomé el tiempo de reflexionar sobre eso. La pregunta me recordó el mandato de Cristo Jesús: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). ¿Qué estaba Jesús realmente tratando de decirnos que hiciéramos? ¿Por qué habríamos de escuchar su consejo? Para responder a estas preguntas es útil comprender qué son el reino de Dios y las añadiduras.
El reino de Dios es sinónimo del reino de los cielos, que Mary Baker Eddy define como “El reino de la armonía en la Ciencia divina; el reino de la Mente infalible, eterna y omnipotente; la atmósfera del Espíritu, donde el Alma es suprema” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 590). El reino de los cielos no es ni un lugar físico ni depende de la materia para existir. El reino de Dios depende enteramente de Dios, porque es la consciencia de la Mente divina e infinita. Es lo que Dios sabe y hace, el gobierno que ejerce sobre todo ello.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!