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No hay lugar para el mal en la totalidad del Amor

Del número de abril de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en portugués


Ante la violencia urbana y los ataques terroristas que están ocurriendo en diferentes partes del mundo, me he dado cuenta de que necesitamos tener muy presente la verdad espiritual del gobierno supremo que ejerce el Amor divino sobre todo, de manera de que podamos ayudar a apoyar y proteger a individuos y naciones, y que no sean sobrecogidos por el mal. 

Me gusta orar con las ideas de una historia de la Biblia acerca de dos países que una vez, hace muchos siglos, estaban en guerra (véase 2º Reyes 6:8–23). En aquella ocasión, Siria estaba en guerra contra Israel, pero el profeta Eliseo advirtió al rey de Israel, diciendo: “Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse”. Siguió la indicación del profeta, y así Israel estuvo protegido de los ataques que planeaba Siria.

¿Acaso esta comunicación ocurre aún hoy? ¿Es que Dios nos protege de las amenazas del mal? ¡Sí! Hoy, y siempre, es posible discernir las intuiciones espirituales que provienen de Dios y nos protegen, puesto que emanan de la Mente única, Dios. Como afirma Mary Baker Eddy en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La intercomunicación es siempre de Dios hacia Su idea, el hombre” (pág. 284). Estos mensajes divinos nos guían individualmente y protegen a otros también.

Cuando el rey de Siria descubrió que era Eliseo el que le avisaba al ejército israelita dónde planeaba atacar, envió “gente de a caballo, y carros, y un gran ejército”, los cuales sitiaron la ciudad donde estaba Eliseo. El sirviente de Eliseo se sentía  angustiado y temeroso, así que el profeta le contestó: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”. Eliseo oró al Señor para que abriera los ojos del sirviente con el fin de que pudiera ver. Y “el Señor abrió los ojos del criado, y miró, y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”.

Como los profetas de antaño, todos podemos discernir que las leyes de Dios están siempre en acción, revelando la armonía omnipresente del Amor divino.

Ellos estuvieron protegidos, y cuando los soldados sirios fueron capturados, Eliseo le dijo al rey de Israel que no los matara, sino que les diera de comer y beber, y los devolviera a su señor, el rey de Siria, y así ocurrió. Después de eso, “nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel”. Tratar a los sirios cautivos con respeto y amor fraternal fue esencial para acabar con el litigio entre dos países en aquella ocasión.

La verdad que podemos empezar a comprender en nuestras oraciones por nosotros mismos y el mundo, es que no hay lados opuestos que traten de prevalecer a través de la intimidación y la violencia, porque la única realidad que existe —la realidad divina—revela la omnipresencia del Amor divino infinito. Este Amor expresa su propia naturaleza en todos nosotros, los hijos de Dios, y, por ende, nunca podemos estar en conflicto los unos con los otros.

Recientemente, he estado tomando muy en serio el compromiso de orar para comprender mejor que la violencia no tiene poder, dondequiera que pueda tratar de infiltrarse, porque Dios, el bien, es el único poder que existe. Me concentro en esta guía que dio Mary Baker Eddy: “Al mantener en mi mente la idea correcta acerca del hombre, puedo mejorar mi propia individualidad, salud y condición moral, y también la de otros; mientras que el mantener constantemente en la mente la imagen opuesta del hombre, es decir, la de un pecador, no puede mejorar la salud ni la condición moral, así como no podría ayudarle a un artista mantener en su pensamiento la forma de una boa al pintar un paisaje” (Escritos Misceláneos 1883–1896, pág. 62). Es importante aceptar solo lo que es realmente cierto acerca del hombre como una idea espiritual, creado a imagen y semejanza de Dios, guiado únicamente por el bien, por su creador, el Amor divino.

Una noche, sentí la urgente necesidad de escuchar nuevamente en el sitio Web de la edición en portugués de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, O Arauto da Ciência Cristã, el programa de radio titulado “La eficacia de la oración en la lucha contra la violencia”. Pensé en las ideas compartidas en ese programa hasta cerca de la medianoche, cuando mi hijo me pidió que cerrara con llave el portón del garaje porque se iba para el trabajo. Él es músico y tenía que tocar con su banda en una región de la ciudad de Río de Janeiro que es considerada bastante peligrosa. Yo me sentía aprensiva, pero enseguida me vino este pensamiento, y lo repetí en voz alta: “Dios está presente no solo durante el día, sino también en la noche”. No somos más vulnerables de ser sorprendidos por la violencia de noche, porque la omnipresencia y omnipotencia por siempre protectora de Dios se puede sentir constantemente y de forma ininterrumpida.

La totalidad del Amor no deja lugar donde pueda manifestarse alguna expresión del mal, por lo tanto, todos estamos siempre protegidos.

Cuando mi hijo quitó el cerrojo de la puerta del garaje para salir, notamos que un coche frenó abruptamente del otro lado de la calle frente a nuestra casa, probablemente porque la gente del vehículo pensó que como abrimos el portón, nuestra casa sería más vulnerable para poder perpetrar un robo.

Así que nos sentimos impulsados a echar nuevamente el cerrojo del portón y entrar y apagar todas las luces del frente de nuestra casa. Esperamos un poco y luego vimos que el mismo auto pasaba muy despacio cerca de nuestra entrada de coches, pero como no vieron movimiento alguno, se fueron. Solo entonces salió mi hijo manejando al trabajo. Más tarde, me llamó para contarme que había visto el mismo auto estacionado cerca de un puesto de “hot dogs” en nuestro vecindario.

No me fui a dormir pronto, sino que me quedé reflexionando sobre este pasaje: “Amad a vuestros enemigos, o no los perderéis; y si los amáis ayudaréis a que se reformen” (Escritos Misceláneos, págs. 210–211). De inmediato reconocí la verdadera identidad de esos hombres del auto, los hijos amados de Dios, que solo podían expresar a la única Mente que existe, la Mente que es Verdad y Amor. Por lo tanto, ellos en realidad no podían hacer ningún daño.

A las tres de la mañana, mi hijo me llamó para avisarme que ya había terminado su trabajo y que solo ayudaría a empacar el equipo, para volver a casa. En ese momento, empezó un tiroteo en una comunidad cercana. Yo le iba  advertir acerca de lo que estaba ocurriendo, pero entonces recordé que había estado orando para reconocer la armonía del gobierno de Dios que todo lo abarca, y que todo estaba bajo el tierno cuidado del Amor infinito. Todos nosotros, incluso mi hijo, vivimos en la infinitud del Amor divino, y esta verdad espiritual destruye la sugestión de que el mal puede tocarnos o incluso existir. La totalidad del Amor no deja lugar donde pueda manifestarse alguna expresión del mal, por lo tanto, todos estamos siempre protegidos. Entonces yo no tenía razón para estar preocupada. Estas ideas llenaron mi pensamiento de tal manera, que ya ni siquiera escuché disparos. Poco después me di cuenta de que el tiroteo había terminado por completo. Finalmente, mi hijo llegó a casa, después de las cinco de la mañana. Estaba amaneciendo, y todo estaba en perfecta paz.

Esta experiencia probó que siempre podemos escuchar y obedecer las intuiciones o mensajes protectores que vienen del Amor divino. Como los profetas de antaño, todos podemos discernir que las leyes de Dios están siempre en acción, revelando la armonía omnipresente del Amor divino, y negando toda pretensión de que el temor y el mal puedan tener algún poder.

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