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Recupera la movilidad

Del número de abril de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en alemán

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 1º de febrero de 2016.


Me había torcido la rodilla y se me inflamó mucho la pierna. No podía doblar la rodilla, así que me costaba mucho moverme. Esto ocurrió en la época en que me desempeñaba como presidente de una organización y, como tal, tenía la responsabilidad de representar a la organización públicamente. También cantaba en dos coros, y nos estábamos preparando para un recital nacional de canto, lo cual requería más tiempo para practicar.

Tenía la certeza de que el problema físico era en realidad algo mental, y que la curación se produciría al cambiar en el pensamiento los conceptos materiales con las verdades espirituales. Llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me apoyara con la oración. Por experiencia propia, sabía que el tratamiento de un practicista ayuda a apaciguar cualquier agitación mental. Durante las conversaciones diarias que teníamos, declarábamos con firmeza los hechos espirituales del existir: que hay una sola realidad, la realidad de Dios, la cual es espiritual, inviolable, perfecta, inmutable, y refleja eternamente la totalidad, omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia de Dios. La inspiración divina que recibíamos también desenmascaró y puso al descubierto las falsas pretensiones de que hay vida en la materia; las pretensiones de que uno puede estar lesionado, de que no puede funcionar y es incapaz de cumplir con sus responsabilidades.

Yo afirmaba que los sentidos materiales no pueden comunicarse; no pueden decir nada acerca de nosotros o amenazar que hay algún poder sobre la Verdad, Dios, o el hombre de Dios. La mente mortal, la mentalidad que se opone a la supremacía de Dios, no puede definirme ni caracterizarme porque no tiene conocimiento alguno del hombre espiritual. Es un engaño, una ilusión. Percibí que es necesario dejar de lado la creencia de que el cuerpo físico es verdadera sustancia, a fin de poner toda la confianza en Dios, y reconocer Su reflejo espiritual, el hombre.

La ley divina mantiene la idea espiritual y compuesta, el hombre, en eterna perfección. Como escribe Mary Baker Eddy acerca del hombre en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Es la compuesta idea de Dios, incluyendo todas las ideas correctas…” (pág. 475). Las cualidades de funcionalidad, movilidad y utilidad son expresadas por el hombre y están ancladas en el Divino, en Dios, el Espíritu, y no están sujetas a las circunstancias materiales.

Asimilé, y acepté, la verdad de que yo nunca, ni por un instante, podía ser menos que la idea espiritual perfecta, el reflejo de Dios. A medida que estos hechos espirituales se transformaron en mis compañeros constantes, pude cumplir con todas mis obligaciones. En un par de días estaba completamente sana. Mi pierna ya no estaba inflamada ni tenía dificultad para doblar la rodilla, y podía moverme libremente. De hecho, ¡toda la experiencia parecía como un sueño!

No obstante, me preocupaba que aquellos que habían notado que yo estaba lidiando con un problema físico guardaran en su pensamiento el cuadro discordante de mi pierna. Sentía que esto podía afectarme negativamente. Pero esta preocupación también fue resuelta con la verdad. Razoné que si todos somos ideas de Dios, gobernadas por la Mente divina, nadie podría haberme visto como algo menos que perfecta. Nunca hubo un momento en que Dios no estuviera gobernando. Me sentí reconfortada por estos hechos espirituales y ya no tuve miedo de los pensamientos de los demás.

Poco antes de cantar en el coro, un pensamiento entró furtivamente: “¿Qué pasa si no puedo caminar con estabilidad?” Pero seguidamente conversé con el practicista y todas esas dudas desaparecieron. Me tranquilizó asegurándome que la Verdad divina mantiene a cada una de sus ideas en absoluta perfección. La fortaleza y la estabilidad no son variables, sino que se expresan por siempre en el hombre.

Esta comprensión espiritual tuvo un efecto inmediato en mí y sentí mucha armonía. Me embargó una creciente sensación de tranquilidad y confianza, y todo el temor desapareció. Cuando llegó el día de la actuación pública, este versículo del Salmo 91 se transformó en mi compañero: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos” (versículo 11). ¡Sentí como si estas palabras hubieran sido escritas justo para mí!

Se les pidió a los miembros de nuestro coro que se distribuyeran sobre una estructura de madera, de unos cinco niveles de alto, y entramos al escenario en una sola fila. Yo guié al grupo asignado al quinto nivel. Subí hasta nuestro nivel y me dirigí hacia el fondo sin ningún temor o inestabilidad, llena de la más profunda alegría por esa libertad que sentía.

Estoy profundamente agradecida por los practicistas de la Ciencia Cristiana, por la curación en la Ciencia Cristiana, que conozco desde que era niña, y porque cada victoria que tenemos en la Ciencia Cristiana viene a través de la espiritualización de nuestra consciencia.

Christa Ennoch-Boppart, Büren an der Aare

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