En una ocasión, fui con mi esposa a ver a un joyero con una bolsita de cosas que queríamos tasar: un reloj medallero, algunos anillos, uno o dos collares, y un pequeño broche que unos amigos nos habían regalado para uno de nuestros hijos pequeños. El joyero regresó de la parte de atrás del negocio con noticias que nos sorprendieron mucho.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!