¿Cómo es posible que un suceso que relata la Biblia y que ocurrió hace casi tres mil años, pueda ayudarme a resolver un problema en mi propia vida? Yo lo descubrí a comienzos de mi experiencia de trabajo. Hacía casi un año que estaba en un puesto en el que no me sentía muy feliz. Fue entonces que se abrió uno en otro departamento con un nivel de salario más elevado y muy atractivo, y un gerente que yo conocía, muy discretamente me había alentado a solicitar el puesto. Parecía una solución fácil.
Yo me había criado en la Ciencia Cristiana, pero no me había comprometido totalmente con esta forma de vida, hasta después de la universidad. Para cuando surgió este desafío, yo ya había recurrido en oración a Dios en varias situaciones difíciles, y había encontrado las respuestas que necesitaba. También me conocía lo suficiente a mí misma como para darme cuenta de que tal vez mis móviles en querer un cambio de trabajo no eran los correctos. ¿Estaba simplemente tratando de escapar?
Sabía que la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, devota estudiante de las Escrituras, a veces buscaba la guía de Dios abriendo la Biblia con el sincero deseo de conocer Su voluntad, y leyendo luego el versículo o versículos que más se destacaban. Afirmando que la guía de Dios nunca es casual, tomé la Biblia, que se abrió en una historia del capítulo 22 de Primero de Reyes que relata un suceso en las vidas de Josafat, rey de Judá, y Acab, rey de Israel.
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