Es maravilloso saber que uno de los sinónimos de Dios, como la Biblia indica, es el Amor. El amor de Dios es la suma total de todo el afecto que se pueda expresar en todo el universo. Y este amor no solo es tierno y dulce, sino que es un poder constantemente a nuestro alcance.
Seguramente, muchos de nosotros hemos podido comprobar que se logra mucho más con una actitud amistosa, que con una reacción agresiva. No obstante, el amor es algo que debemos manifestar a diario. Cuando expresamos amor, reconocemos la presencia de Dios en nuestra vida, y esto es una protección porque percibimos que el Amor divino es el único poder que existe, es el bien y está siempre con nosotros.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, afirma que Dios exige que actuemos con sabiduría, economía y amor fraternal (Manual de La Iglesia Madre, pág. 77). Sabiduría, para saber actuar y responder con inteligencia, en lugar de ser impulsivos. Economía, para que seamos prudentes, no solo con nuestros gastos, sino también al ser generosos en dar a los demás nuestro respeto, reconocimiento y afecto. Amor fraternal, para expresar amor y bondad hacia todas las personas, y aún más cuando su actitud hacia nosotros no es tan ideal.
A fin de demostrar en todo aspecto de nuestra experiencia que solo Dios nos gobierna, es importante mantener cada vez más nuestro pensamiento lleno de la comprensión del bien, del Amor divino. Entonces, siempre que escuchemos hablar o tengamos que enfrentar alguna situación, ya sea de enfermedad, agresión, temor, escasez, estaremos capacitados para orar con convicción, inteligencia y afecto, y esa oración trae curación.
Cuando nuestro pensamiento está lleno de amor, percibimos que los comentarios hirientes o las actitudes erradas que podamos enfrentar, nunca provienen de una persona, sino de los errores materiales y las falsas creencias. Es decir que no nos pueden hacer ningún daño, y nuestro afecto puede ayudar, incluso, a que otros reconozcan su identidad espiritual, y cambien de actitud.
Rodeados por el escudo del Amor, todos podemos ser bendecidos.
Patricia del Castillo
    