A veces, es posible que nos sintamos personalmente responsables de nuestros problemas, o personalmente responsables de resolverlos. Si por cualquier razón nos sentimos abrumados por un sentido de culpa, o un falso sentido de responsabilidad, nuestras oraciones mismas pueden ser aflictivas.
En una ocasión, estuve luchando con una dolorosa dificultad que no me permitía caminar bien. Temía haberla provocado inadvertidamente yo mismo por falta de sabiduría, y el temor de que era responsable de ello, pesaba contra las oraciones que estaba haciendo para ver su irrealidad y sanar.
Le pedí ayuda a otra persona, y mediante sus oraciones fui liberado de ese falso sentido de responsabilidad. Percibí más claramente que no era un mortal que sufría debido a un error, sino que era y siempre había sido el reflejo, o imagen, amado de Dios. Aun entonces estaba gobernado por la sabiduría y la bondad de Dios y, por lo tanto, era armonioso y libre en todo sentido. Esta nueva vislumbre de mi libertad espiritual bajo el cuidado de Dios, me permitió continuar orando por mi cuenta con una mayor expectativa. La curación completa se produjo muy rápidamente.
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