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Original Web

Conexiones que bendicen

Del número de julio de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017
Apareció primero el 30 de mayo de 2017 como original para la Web.


Hace unos meses, un domingo por la tarde, mi esposo y yo estábamos en la pequeña rampa para botes de nuestra ciudad. Acabábamos de echar al agua nuestra lancha pesquera, y estábamos listos para disfrutar del lago en los últimos días del verano. Pero cuando mi esposo trató de poner en marcha el motor, nada ocurrió. La batería estaba muerta. 

Por varias razones, parecía que solo un largo proceso o cancelar la salida solucionaría ese problema. ¡Pero, un momentito! Aquella tarde, yo había compartido algunas ideas con alguien acerca de nuestra relación con Dios —nuestro creador— y la de unos con otros. Al acordarme de eso, me quedé callada por unos momentos para regocijarme al saber que nosotros ya incluíamos las bendiciones de la Mente única, Dios, que gobierna a todas sus ideas espirituales, es decir, a todos nosotros.

En ese momento, un hombre que no conocíamos se acercó a nosotros. Resultó que él tenía cables pasa-corriente y una batería extra, que nos ofreció para que pudiéramos hacer arrancar la lancha. A los pocos minutos, nuestra lancha arrancó y emprendimos la marcha. Más tarde, cuando regresamos, otro señor se ofreció a ayudarnos a atracar. A cambio, nosotros notamos que otro navegante estaba teniendo problemas con su motor. Mi esposo se dio cuenta de cuál era el problema y lo ayudó a arreglarlo.

Aquel domingo por la tarde, fue maravilloso contemplar esta serie de conexiones mutuamente beneficiosas entre personas totalmente desconocidas. Justo en el momento en que hubo una necesidad, se produjo una interacción llena de bendiciones que respondió a la necesidad.

Esta hermosa armonía ejemplificada en ese pequeño muelle aquella tarde, fue modesta en escala. No obstante, dio a entender la armonía universal en la que todas las ideas espirituales de Dios se mueven al ritmo del diseño sinfónico del Alma divina, relacionándose unas con otras con las bendiciones infinitas del Amor divino.

Hoy en día, existen tantas formas diferentes de relacionarse unos con otros. Los teléfonos celulares, el correo electrónico y las redes sociales como Twitter e Instagram están diseñados para conectarnos con nuestros amigos, nuestros colaboradores de trabajo, el mundo. Todas estas variadas formas de conexión son útiles en nuestra vida diaria, pero ¿has pensado  alguna vez en las increíbles conexiones que se hacen sin que intervenga ni un mensaje electrónico ni la casualidad? 

Por ejemplo, un hombre estaba en una ciudad y recibió un mensaje sorprendente. La Biblia describe que un ángel le habló. El mensaje le indicó que tomara el camino para salir de la ciudad en dirección sur. Sin saber por qué, pero fiel al prestar atención a lo que percibió como una especie de guía espiritual, eso fue lo que hizo. Al llegar a un lugar específico en el camino, le vino otro pensamiento que le indicó que se centrara en un carro que iba adelante y que se acercara a ese carro en particular. Al acercarse, escuchó que el hombre que estaba en el carro leía de las Escrituras en voz alta.

Resultó que el hombre del carro era lo que hoy se podría llamar el tesorero de Etiopía. Quien se le acercó era Felipe, un seguidor de Cristo Jesús. Felipe le preguntó si entendía lo que estaba leyendo. El tesorero respondió que no, y le preguntó a Felipe si podía ayudarlo a entender el mensaje. Felipe así lo hizo, y no solo le habló del mensaje del Cristo, sino que, en respuesta al pedido del tesorero, poco después lo bautizó (véase Hechos 8:26–38).

De modo que el tesorero, con su deseo puro de comprender las Escrituras, y Felipe, al hacer su buena obra de difundir el cristianismo a los corazones receptivos, fueron reunidos de la manera correcta para bendecir y ser bendecidos.

¿Cuántas veces hemos buscado relaciones en las que pudiéramos beneficiar a otro o ser beneficiados? Con demasiada frecuencia parece como si dichas conexiones solo pueden hacerse mediante una estrategia elaborada o casi al azar. Y a veces, realmente nunca nos conectamos con la persona correcta. ¿Cómo encontramos la pareja correcta para casarnos, los amigos correctos, el empleador correcto, el cliente o proveedor correcto, o incluso el plomero correcto?

Parece que estamos buscando la persona correcta. ¿Pero es esto así? La Biblia dice que “Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10:34). Él solo nos conoce como Su creación espiritual y completa. Dentro de esa realidad espiritual de nuestra relación común con Dios, la Mente, por ser Sus ideas puramente espirituales, estamos por siempre relacionados unos con otros, como expresiones de esa Mente única. A medida que comprendemos mejor esto, descubrimos cada vez más que nuestra experiencia humana refleja esta realidad en lo que para nosotros parecen ser conexiones productivas y mejoradas con los demás.

Justo en el momento en que hubo una necesidad, se produjo una interacción llena de bendiciones que respondió a la necesidad.

La Mente divina, el Principio, establece todas las relaciones y asociaciones de sus ideas. Podríamos asemejarlo al principio de las matemáticas y sus números infinitos. Los números no tienen que deducir cómo relacionarse unos con otros, porque el principio de las matemáticas establece todas las relaciones mediante sus leyes de adición, resta, cálculo, geometría, etc. Esta relación de los números es infinita en su alcance y está establecida para siempre. El principio de las matemáticas no conoce el lápiz y el papel que podamos estar usando para resolver un problema, pero nuestra comprensión del principio matemático guía nuestra mano para que escribamos los números correctos.

Esto nos ayuda a ver cómo Dios, el Principio, relaciona a todas Sus ideas infinitas de acuerdo con el designio del Alma divina. Cada idea expresa la sabiduría de la Mente y la alegría del Espíritu. Al comprender que el Principio divino es universal, y que todas sus ideas y ese Principio son uno, entendemos que todas las relaciones verdaderas, por ser espirituales, están en armonía unas con otras, y ya están en su lugar apropiado, ahora y eternamente.

Esto no quiere decir que Dios sabe acerca de nuestras circunstancias humanas, sino que mediante la oración podemos percibir mejor nuestra unidad con el Principio, la Mente divina. Esto cultiva nuestra intuición espiritual inherente, la cual nos guía a tener relaciones humanas que bendicen, tal como sucedió con Felipe.

Mary Baker Eddy escribe: “El Espíritu, Dios, reúne los pensamientos informes en sus conductos adecuados, y desarrolla estos pensamientos, tal como abre los pétalos de un propósito sagrado con el fin de que el propósito pueda aparecer” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 506). De modo que, en lugar de tal vez sentirnos incapaces de buscar relaciones en algún lugar “allá afuera” en el mundo, podemos abrazar la verdad espiritual de que Dios, el Espíritu, reúne a Sus ideas conforme a Su propósito divino.

En contraste, el pensamiento mundano diría que nuestras conexiones de unos con otros se basan grandemente en el azar, o que determinada circunstancia, condición social, educación, lugar o edad puede impedir las asociaciones beneficiosas. Pero la realidad espiritual es que nada puede usurpar, demorar, obstruir o impedir que Dios gobierne armoniosamente las relaciones de Sus ideas con Él y las de unos con otros. Nada puede obstruir aquello que Dios ordena y sustenta. Dado que Él es omnipotente y omnipresente, no hay nada que pueda detener o retrasar Su acción armoniosa.

La comprensión de esta ley divina nos capacita para demostrarla, en cierto grado, en nuestra experiencia. Entonces, vemos que nuestras conexiones diarias están modeladas conforme a esta verdad divina.

A medida que he atesorado estas ideas, he visto muchas ilustraciones de esto. En una ocasión, cuando permanecía en casa cuidando de mis hijos, fue muy evidente para mí que necesitaba encontrar un trabajo de inmediato para poder responder a mis obligaciones financieras. Abrí las páginas amarillas y encontré un número abrumador de compañías que se relacionaban de alguna manera con mi trabajo. Al buscar mayor dirección, escuché con humildad para recibir inspiración divina, y me sentí claramente guiada a llamar a una sola compañía en particular.

Aunque no estaban buscando a nadie con mis certificaciones académicas, me invitaron a que fuera a verlos al día siguiente y les llevara un muestrario de mi trabajo. Sucedió algo sorprendente. Dos horas antes de mi entrevista, entró en efecto una reestructuración en esa compañía que, en esencia, creó un nuevo puesto ideal para alguien con mi experiencia y mis aptitudes. Me ofrecieron el trabajo en el acto, y ¡empecé a trabajar ese mismo día! Aquella misma semana, recibí mi primer cheque de pago, así como una bonificación por haber trabajado ese primer día. Fue una conexión perfecta que trajo bendiciones a todos.

Aceptar a diario el hecho de que todas las relaciones verdaderas son en realidad espirituales y dirigidas por Dios, y no una casualidad, pone a nuestro alcance bendiciones infinitas. Nos guía en nuestras idas y venidas diarias, ya sea que necesitemos un conductor de taxi en medio de la nada, un comprador para una casa, o alguien que ayude a arrancar nuestro vehículo haciendo un puente. Este tipo de conexiones felices apuntan a la unidad y a la armonía de todos los hijos de Dios, los cuales no están aislados, sino relacionados en uniones alegres y bendiciones, que son una evidencia de la sabiduría, el amor y la bondad de Dios y de todas Sus ideas.

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017

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