Algunas amigas y yo decidimos reunirnos todos los meses para estudiar el libro de los Hechos en el Nuevo Testamento. Nuestro estudio en conjunto continuó por diez años, durante los cuales exploramos otros libros de la Biblia, porque descubrimos que eso era muy útil para profundizar nuestro amor y comprensión de las Escrituras.
Nunca olvidaré una tarde, cuando una amiga que había sido algo renuente a estudiar la Biblia, entró precipitadamente y dijo: “¡Leí mucho más!” Esto fue un gran logro, y mostró su recién descubierto amor por la historia de la iglesia y el cristianismo primitivos que, como todas estábamos aprendiendo, era cautivante y se aplica a nosotros hoy en día.
Recuerdo claramente que durante este estudio, el término valentía se destacaba con frecuencia; es una descripción de cómo se comportaban los discípulos, a pesar de la crítica mirada del Sanedrín judío y las autoridades romanas. Pedro y Juan, dos de los discípulos, oraban: “Concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra... Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:29, 31).
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