Un miércoles por la noche, hace dos veranos atrás, iba caminando por una hierba alta, cuando de pronto sentí un dolor muy agudo en la punta de un dedo del pie. Inmediatamente, empecé a declarar en voz alta las verdades de la bondad y la totalidad de Dios. Estaba segura de que me acababa de morder una víbora cobriza. En los últimos meses, habíamos visto un número inusual de ellas.
El dolor era insoportable, y se me estaba hinchando el pie rápidamente. Cuando llegué a casa, apenas podía caminar. Como no quería mirar el pie, me metí en la cama y me cubrí con la sábana. Tratando de mantener la calma, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana, y estuve muy agradecida de escuchar sus firmes y amorosas declaraciones de la verdad. Entre ellas, la que realmente se quedó conmigo fue que en el reino de Dios no hay criaturas nocivas o venenosas. Y agregó: “Ese es el único reino que existe”.
Todavía tenía que calmar el pánico que inquietaba mi pensamiento, pero me di cuenta de que era casi la hora de la reunión de testimonios de la Ciencia Cristiana de los miércoles que escucho por teléfono. Marqué y escuché con profunda gratitud las citas leídas de la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, sobre el tema de la omnipotencia siempre presente de Dios. Toda la reunión, incluso los testimonios de curación, realmente me ayudaron a profundizar mi comprensión de que el Amor divino es Todo. Más tarde la practicista me envió por correo electrónico una idea que fue útil: “El Amor es el antídoto para el veneno, y tú eres la expresión misma del Amor”.
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