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Buenas Noticias

De la desesperación a la gratitud

Del número de julio de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017.


Anhelaba encontrar respuestas. Había estado orando diligentemente durante semanas y meses, buena parte del tiempo con la ayuda amorosa, tierna e inspirada de un practicista de la Ciencia Cristiana. Ansiaba tener la certeza de que mi decisión de dedicarme a la venta inmobiliaria comercial había sido realmente guiada por Dios. Había dado todos los pasos imaginables para obtener la capacitación necesaria, y trabajado incansablemente poniéndome en contacto con propietarios de inmuebles y potenciales compradores. Aunque de esta forma establecí muchas relaciones positivas, no obtuve ningún beneficio económico.

Sabía que mis móviles eran correctos: no había elegido esta actividad con la ambición de ganar dinero, sino con el deseo entusiasta de bendecir a las personas con las que entraba en contacto mediante mi conocimiento del mercado inmobiliario. Sin embargo, mi esposa y yo teníamos grandes dificultades para cumplir con nuestras obligaciones financieras.

Me di cuenta de que la abundancia y la provisión del Amor divino eran permanentes, inagotables, completas y estaban presentes.

Me encantaba pensar en los numerosos ejemplos de la Biblia respecto a la provisión infinita de Dios que bendice a todos: desde Elías llenando las vasijas de aceite de la viuda (véase 2 Reyes 4:1-7), hasta Cristo Jesús alimentando a la multitud (Mateo 14:15-21). Y atesoraba esta conocida promesa de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494). En mi niñez, así como de adulto, había presenciado incontables curaciones mediante la Ciencia Cristiana de todo tipo de problemas, comenzando con mi completa recuperación de una enfermedad debilitante que había padecido de joven, éxito en los estudios, y luego había superado los desafíos que se presentaron durante mi matrimonio y la crianza de mis hijos.

Sin embargo, con el transcurso del tiempo nuestra situación económica continuó empeorando y el temor se transformó en un enemigo portentoso. La sensación de que la carencia era una realidad, a pesar de saber en mi corazón que Dios estaba siempre presente y expresando activamente Su abundante amor en mí y en todos, se convirtió en algo casi abrumador. Me sentía frustrado. Habíamos gastado casi todos los fondos que habíamos obtenido de una segunda hipoteca de nuestra vivienda y casi no teníamos ahorros. Recuerdo claramente haber pagado la factura de un servicio público con tarjeta de crédito, porque nuestra cuenta corriente estaba casi en cero.

Entonces, una mañana estaba sentado orando en paz, preparándome para ir a la oficina, cuando las siguientes líneas de un poema resonaron en mi consciencia:

Se agotará lo material,
Tu plenitud veré;
Tú mi satisfacción serás
y en Ti me gloriaré.

(John Ryland, Himnario de la Ciencia Cristiana N° 224, adaptación. Traducción al español © CSBD)

Me parece interesante mencionar este comentario de John Ryland, autor del himno: “Recuerdo haber tenido sentimientos más profundos al componer este himno, que quizás con cualquier otro” (Hymnal Notes for Use with Christian Science Hymnal). Yo también me sentí fortalecido e inspirado al pensar en el mensaje de este himno. Me di cuenta de que aun cuando “lo material” parecía haberse agotado, la abundancia y la provisión infinitas del Amor divino para todos los hijos espirituales de Dios, mi familia y yo incluidos, eran permanentes, inagotables, completas y estaban presentes.

De inmediato todo temor se desvaneció. Ese día fui a la oficina con el corazón lleno de gratitud por todo el bien presente en mi vida.

Más tarde aquella misma mañana, uno de los socios-propietarios de la empresa me invitó a almorzar. Luego, cuando volvimos a la oficina, me entregó un cheque. Correspondía al cierre de una venta que había ocurrido dos semanas antes, en la que yo había participado. Ciertamente yo recordaba esa transacción, pero no estaba seguro de que me pagarían una comisión por ella, pues, también la empresa estaba enfrentando tiempos difíciles.

Ese fue el comienzo de una larga y satisfactoria carrera en las ventas comerciales, a tal punto que años más tarde incluso creé mi propia empresa de corretaje inmobiliario. Además, todas nuestras necesidades financieras fueron satisfechas.

Alguien podría decir que todo fue una mera coincidencia. Sin embargo, yo veo esta experiencia como el resultado de invertir y rechazar los pensamientos limitados, temerosos y materiales que había estado albergando durante meses, y reemplazarlos por una comprensión más profunda de la bondad e integridad que eran inherentes a mí y a todos, para así expresar más plenamente mis cualidades como creación de Dios, Su reflejo espiritual.

He sido enormemente bendecido por la Ciencia del Cristo, que mis padres me presentaron cuando estaba en edad preescolar, y por saber que su mensaje eterno está inmediatamente disponible y es aplicable a toda necesidad. Nuestras Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana, que se encuentran en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, nos hacen progresar espiritualmente, y nuestras revistas tan sabiamente redactadas, el Christian Science Sentinel y el Journal, así como el Christian Science Monitor, ilustran las demostraciones de la bondad de Dios que se tienen hoy en día. La instrucción de clase Primaria de la Ciencia Cristiana ha sido una fuente ilimitada de fortaleza para continuar avanzando en mi comprensión de Dios y Su idea, el hombre, la identidad verdadera de todos. El ejemplo perdurable de nuestro Mostrador del Camino, Cristo Jesús, y la invalorable dedicación de su discípula moderna, Mary Baker Eddy, continúan sosteniendo mi vida.

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017.

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