Si usted y yo nos paráramos a la orilla del mar, podríamos sentir el frío del agua salada sobre nuestros pies descalzos. O bien, observar cómo las suaves olas desmoronan los restos de un castillo de arena cercano. En un día claro, podríamos ver quizás unos veinte kilómetros de un azul ondulado extendiéndose hasta confundirse con el horizonte. Y quizás pensemos que hemos obtenido una buena percepción del mar.
Pero ¡cuán pequeña es esta escena para representar la verdadera inmensidad del océano! Miles y miles de millas náuticas se extienden ante nosotros, conectando las costas de cada continente. Inmensas profundidades yacen bajo la superficie. Y la incesante actividad de poderosas corrientes marinas afecta el clima de todo el planeta.
Es fácil perder de vista tamaña magnitud, pues la mente humana tiende a pensar en pequeña escala... y a conformarse con eso.
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