¿Qué nos impediría obtener el beneficio completo de confiar en Dios para sanar? Es un poco como preguntar por qué no siempre obtenemos el beneficio completo del resplandor del sol. Desde una perspectiva meteorológica, esa podría ser una pregunta bastante fácil de responder: Podría haber nubes en el cielo. El sol brilla, pero cuanto más pesada es la capa de nubes, menos nos beneficiamos del calor y la luz del sol. No obstante, en un día sin nubes podemos disfrutar cada pedacito de ese resplandor.
De la misma manera, cuando luchamos por sentir la inmediatez del poder y la presencia de Dios, podemos preguntarnos: ¿Qué nubes están flotando a través de mi paisaje mental? A medida que he practicado la curación de la Ciencia Cristiana durante muchas décadas, he llegado a ver que muchas de estas “nubes” caen bajo una clasificación general: el aparente dominio de la medicina material. En otras palabras, el pensamiento médico convencional se ha vuelto tan generalizado que se ha convertido en parte de la atmósfera mental colectiva; y tal vez hemos sido influenciados involuntariamente por ella, incluso mientras continuamos recurriendo a Dios para la curación. Hay varias formas específicas en que esta influencia podría estar interfiriendo con nuestro trabajo de curación.
El impulso de arreglar algo
Cuando comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, pensaba que la curación implicaba arreglar algo. En otras palabras, si había un problema, se aplicaba la oración para repararlo o arreglarlo. Basado en el modelo médico con el que había crecido, parecía natural comenzar con el problema como una forma de llegar a una solución.
Sin embargo, la Ciencia Cristiana explica que la oración eficaz comienza con Dios. Definitivamente es un cambio de 180 grados de un enfoque tradicional para la resolución de los problemas. Pero esta es la base sobre la cual Jesús, el Mostrador del camino, sanó; es lo que enseñó y ejemplificó. Experimentamos curación a medida que reconocemos que la creación de Dios está siempre intacta. Es espiritual, íntegra, inviolable, completa, por lo que no necesita ser arreglada. Nuestro trabajo es cambiar nuestro enfoque de la evidencia externa de los sentidos al hecho espiritual, entonces se experimenta esta realidad prístina e intacta.
Cuando se ve desde esta posición elevada, un desafío físico no es algo que necesita arreglarse, sino una oportunidad para ver lo que es realmente cierto. Y este punto de vista basado en Dios no incluye ni enfermedad ni pecado.
El tiempo como factor
Otro concepto erróneo que tenía sobre la curación que se corrigió a medida que practicaba la Ciencia Cristiana fue que se requiere tiempo para recuperar la salud. El ejemplo de Cristo Jesús también ayuda aquí. A través de su práctica sanadora, mostró que todo lo que se necesita para una restauración física completa es un claro reconocimiento de la realidad, es decir, lo que Dios sabe. Para Jesús, el tiempo no era un factor. Los Evangelios están llenos de ejemplos de todo tipo de dolencias físicas —incluso las de larga data— que sanaron instantáneamente, simplemente porque él estaba muy consciente de la bondad inquebrantable de Dios.
La creencia sutil de que se necesita tiempo para sanar podría ser un obstáculo para presenciar más curaciones instantáneas. De modo que, en nuestras oraciones, es bueno estar alerta a esto. Si pensamos que estamos tratando de cambiar un cuerpo físico, eso podría llevar tiempo. Pero ¿cuánto tiempo se tarda en cambiar un concepto mental? ¿Un nanosegundo? La curación en la Ciencia Cristiana implica un cambio de pensamiento de un sentido limitado de lo que es real y posible a Dios, el Todo infinito.
Diagnóstico
Otro impedimento para la curación eficaz es la tentación de diagnosticar físicamente. Dado que esto es obligatorio para la práctica médica tradicional, ¿es de extrañar que el impulso de buscar en Google los síntomas, preguntar a otros sobre ellos o recibir mensajes de los anuncios publicitarios sea tan frecuente? Un diagnóstico físico es bastante universalmente considerado como parte integral para encontrar un remedio; pero desde la perspectiva de la Ciencia Cristiana, esto en realidad puede impedir el progreso en la curación, porque un diagnóstico material funciona a partir de la premisa de que somos organismos biológicos en un camino dictado por las pretensiones de la mortalidad. La Ciencia Cristiana tiene un punto de vista opuesto: que somos completamente espirituales, gobernados por las leyes de salud y armonía de Dios, que son absolutas y reemplazan cualquier otra pretensión de ley.
En mi propia travesía, fue útil encontrar esta perceptiva observación de Mary Baker Eddy, quien tenía amplia experiencia de curación propia. En su libro de texto sobre la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, ella escribe: “Un diagnóstico físico de la enfermedad… tiende a inducir la enfermedad” (pág. 370). Ella indica claramente que en lugar de ser una condición física, la enfermedad es, y debe ser tratada como, un pensamiento. Un diagnóstico material genera miedo, conduciendo en la dirección equivocada al justificar el impedimento que debe superarse.
Lo que se necesita para sanar es saber lo que es espiritualmente verdadero, y no los detalles de lo que está mal. Constantemente estoy descubriendo que permanecer del lado de Dios ayuda a lidiar eficazmente con cualquiera problema, ya sea que yo sepa o no cómo podría llamarse médicamente.
La solución milagrosa
A veces siento que se tiene el impulso de tratar de encontrar a la persona perfecta para ayudarnos con la curación, o el pasaje perfecto que alguien más pensó que era útil de la Biblia o de los escritos de la Sra. Eddy. Esto no es muy diferente de buscar el medicamento o la forma de tratamiento adecuados para obtener los resultados deseados.
Experimentamos curación a medida que reconocemos que la creación de Dios está intacta. Es espiritual, íntegra, inviolable, completa.
Sin embargo, la curación en la Ciencia Cristiana envuelve la regeneración del pensamiento, es decir, el cambio de creer en una base física de la existencia a reconocer la realidad espiritual del ser. Esto puede suceder de infinitas maneras a medida que abrimos el pensamiento a Dios y Sus ilimitadas ideas espirituales.
Liberarnos de todos los conceptos erróneos mencionados nos permite ver una curación más rápida y definitiva, incluso en situaciones extremas. He aquí un relato de un amigo que viajaba en una remota parte de Asia:
“De repente perdí el uso de mi brazo y mano izquierdos. Estaba en absoluta agonía. Mientras oraba, recordé que estamos ‘en el reino’ —esta es una referencia a la enseñanza de Jesús de que ‘el reino de los cielos está cerca’ (Mateo 4:17 NVI) — y nada malo puede entrar. Así que me centré solo en esta idea, porque era lo único que podía pensar en hacer.
“Razoné que había estado haciendo un trabajo que representaba ciertas cualidades de Dios, el bien. Me sentí atrapado por esta idea. Nada impidió esto, ni siquiera el dolor agudo y el haber perdido el uso de mi brazo. En cierto sentido, esto era ‘estar en el reino’ —ser consciente de Dios, el bien— intacto.
“Esto tenía mucho sentido para mí. Curiosamente, el dolor desapareció, porque su realidad no parecía lógica o posible en este ampliado contexto. Pero estar libre de dolor, y recuperar el uso de mi brazo y mano, no era el punto final, ya que ‘no tener un negativo’ no es un auténtico positivo. Lo que fue especialmente útil fue esta comprensión del reino”.
Como muestra el ejemplo de mi amigo, no fue necesario ningún elemento del enfoque médico para que se produjera la curación. En cambio, lo que trajo la curación fue su cambio de pensamiento apartándose de lo que parecía estar mal a la percepción de lo que ya era real, estaba presente y era poderoso: la absoluta totalidad y bondad de Dios, y el amor de Dios por Su creación.
Permanecer en esta consciencia del bien es el camino que nos saca fuera de cualquier “cobertura de nubes” que estemos enfrentando hacia el brillo de la Verdad, que nos muestra que ya somos completos para siempre.
