¿Qué nos impediría obtener el beneficio completo de confiar en Dios para sanar? Es un poco como preguntar por qué no siempre obtenemos el beneficio completo del resplandor del sol. Desde una perspectiva meteorológica, esa podría ser una pregunta bastante fácil de responder: Podría haber nubes en el cielo. El sol brilla, pero cuanto más pesada es la capa de nubes, menos nos beneficiamos del calor y la luz del sol. No obstante, en un día sin nubes podemos disfrutar cada pedacito de ese resplandor.
De la misma manera, cuando luchamos por sentir la inmediatez del poder y la presencia de Dios, podemos preguntarnos: ¿Qué nubes están flotando a través de mi paisaje mental? A medida que he practicado la curación de la Ciencia Cristiana durante muchas décadas, he llegado a ver que muchas de estas “nubes” caen bajo una clasificación general: el aparente dominio de la medicina material. En otras palabras, el pensamiento médico convencional se ha vuelto tan generalizado que se ha convertido en parte de la atmósfera mental colectiva; y tal vez hemos sido influenciados involuntariamente por ella, incluso mientras continuamos recurriendo a Dios para la curación. Hay varias formas específicas en que esta influencia podría estar interfiriendo con nuestro trabajo de curación.
Cuando comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, pensaba que la curación implicaba arreglar algo. En otras palabras, si había un problema, se aplicaba la oración para repararlo o arreglarlo. Basado en el modelo médico con el que había crecido, parecía natural comenzar con el problema como una forma de llegar a una solución.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!