Las palabras del apóstol Juan pintan una hermosa imagen del alcance de la vida de Jesús; y finaliza su relato evangélico de todo lo que la gente había visto diciendo: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25).
Algo parecido se podría decir acerca del impacto que ha tenido Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, desde que se publicó por primera vez el 30 de octubre de 1875. La gratitud colectiva que sienten los lectores por sus experiencias de curación es incalculable. Si de cada ejemplar del libro de texto de la Ciencia Cristiana en circulación durante los últimos 150 años hubiera resultado una sola curación, eso equivaldría a más de 10 millones de curaciones. No obstante, el capítulo “Los frutos”, de cien páginas del libro, apunta a mucho más. Muestra que estudiar y reflexionar sobre las verdades de Ciencia y Salud llevan a una vida transformada por el Cristo, con la demostrada presencia y poder de Dios entretejidos en la trama misma de cada día.
Por todo eso, el libro está apenas en los comienzos de todo lo que puede hacer y hará por la humanidad. Es la llave de las Escrituras, por lo tanto, revela la comprensión espiritual y eterna de la Biblia que es fundamental para la salvación de la humanidad. También pone claramente de relieve la naturaleza mental de los problemas que enfrentamos y las soluciones que requieren. Dice: “La Verdad es un alterante para el organismo entero, y puede ‘[sanarlo] completamente’” (pág. 371). Comprender la verdad de que la naturaleza de Dios como Espíritu divino se expresa en cada uno de nosotros como una identidad totalmente espiritual, la imagen misma de Dios, ajusta la discordia a la armonía en nuestros cuerpos y nuestros caracteres, y a cualquier aspecto de nuestras vidas.