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Original Web

Para jóvenes

¿Puedo orar por mis amigos que no son Científicos Cristianos?

Del número de octubre de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 29 de julio de 2024 como original para la Web.


P: ¿Cómo puedo ayudar a mis amigos que no son Científicos Cristianos cuando tienen un problema? ¿Puedo orar, aunque no me lo hayan pedido?

R: Estaba en un viaje de fin de semana con algunos amigos de la infancia, cuando uno de ellos mencionó que estaba experimentando infecciones recurrentes del tracto urinario y quería pasar por una farmacia para comprar medicamentos. Mientras viajábamos, recordé una experiencia que había tenido en la universidad.

Un día, durante mi primer año, sentí los síntomas de lo que parecía ser una infección urinaria. Sabía que podía orar por esto, porque había tenido curaciones en la Ciencia Cristiana anteriormente y conocía la eficacia de acudir a Dios en busca de ayuda. Llamé a mi mamá y ella me aseguró que podíamos orar juntas.

Mientras oraba y buscaba algunas ideas espirituales para obtener inspiración, me encontré con una frase en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras que me ayudó mucho. Dice: “La armonía en el hombre es tan real e inmortal como en la música” (Mary Baker Eddy, pág. 276). 

Pensé en las canciones que me gustan y cuán agradables y pacíficas son. Si esas canciones no se grabaran, produjeran o interpretaran bien, no agradarían, porque es natural que la música sea armoniosa. Pensé en cómo se aplicaba eso a mí. De mi estudio de la Ciencia Cristiana aprendí que Dios es Espíritu y que mi identidad es la expresión de Dios. Por lo tanto, mi identidad es totalmente espiritual. Del mismo modo, puesto que Dios es bueno, por ser Su expresión, yo soy buena y solo puedo experimentar bondad. También expreso armonía y paz, porque Dios es la fuente de esas cualidades. Esto me reconfortó. Continué orando con estas ideas durante unos días hasta que sané por completo. Nunca he vuelto a experimentar síntomas de infección urinaria.

Sentada en el auto ese día con mis amigos, no tenía intención de imponerles la Ciencia Cristiana. Pero me encontré pensando en mi propia curación y esa misma cita me vino a la mente. En la universidad, me había aplicado la palabra hombre en la declaración solo a mí misma. Pero ahora, después de haber estudiado la Ciencia Cristiana un poco más profundamente, entendí que hombre es en realidad un término inclusivo que significa todos los hijos de Dios, incluida mi amiga. 

No estaba tratando de orar por ella, porque no me lo había pedido. Solo estaba pensando en esa cita durante nuestro viaje en coche y comprendiéndola un poco más. Pronto llegamos a nuestro próximo destino, y mi amiga nos dijo que podíamos parar en la farmacia después.

Cuando regresamos al auto, aproximadamente una hora más tarde, mi amiga dijo que se sentía “extrañamente mejor”, por lo que deberíamos esperar un poco más antes de desviarnos para ir a la farmacia. A medida que avanzaba el día, ella no volvió a mencionar que tenía que buscar medicamentos. 

Al final del día, le pregunté si todavía necesitaba hacer una parada. Me dijo que el dolor había desaparecido y me di cuenta de que se había sanado. Silenciosamente le di gracias a Dios. También advertí más tarde que, debido a que yo había aprendido que no tenía que sentir ninguna incomodidad corporal, sabía que ella tampoco tenía que sentir ninguna, porque también fue creada para expresar armonía.

Antes de irme a dormir esa noche, volví a dar gracias a Dios, pero me sentí un poco extraña por no haberle mencionado o explicado a mi amiga lo que había sucedido desde mi perspectiva. Sin embargo, sabía que si era correcto compartirlo, la oportunidad surgiría naturalmente.

En el largo viaje en coche a casa, surgió el tema de la religión, y hablé libremente sobre la Ciencia Cristiana y lo que había estado pensando el día anterior. Incluso expliqué que creía que mi amiga había tenido una curación. Ella se sorprendió, ¡pero estuvo de acuerdo! Y me dijo que estaba agradecida de escuchar lo que yo había estado pensando.

Estoy muy agradecida por esta experiencia por muchas razones. Me demostró que la oración nunca se trata de cambiar los pensamientos de otra persona sobre una situación, sino de ser consciente de cómo pienso sobre las cosas y orar para que mis propios pensamientos se eleven. A veces, al orar, es tentador pedir que cambie una situación. Pero la oración se trata realmente de alinear nuestros pensamientos con lo que sabemos que es verdad acerca de Dios y dejar que esa visión correcta dé forma a cómo nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Si estoy viendo o experimentando alguna cosa que no sea Dios, el bien, sé que hay algo que puedo hacer al respecto y que puede ayudarme tanto a mí como a los que me rodean.

También aprendí que siempre podemos ayudar a nuestros amigos, incluso si no nos piden que oremos por ellos. Esta experiencia no se trataba de intentar arreglar a mi amiga. Fue una oportunidad para comprender y demostrar la curación en la Ciencia Cristiana más plenamente y para compartir con mis amigos algo que es muy especial para mí. Cuando abramos nuestros corazones a Dios, sabremos cuál es la mejor manera de hacerlo.

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