Una de las declaraciones más espirituales que he escuchado es “Dios es Todo”. Aunque al principio me fue difícil de comprender, me aferré firmemente a esta idea hasta que empecé a comprender su pleno significado.
Porque Dios es Amor, todo está incluido en este Amor. El poder infinito de Dios, el bien, nos guía a cada instante y nos conduce a la Verdad. Como dijo Jesús: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
La unidad de Dios y el hombre es un escudo contra las creencias que nos privarían del bien. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “Liberémonos de la creencia de que el hombre está separado de Dios y obedezcamos solamente al Principio divino, a la Vida y al Amor. He aquí el gran punto de partida para todo crecimiento espiritual verdadero” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 91). En esa unidad está nuestra fuerza, nuestro ser real y nuestra inmortalidad.
La Ciencia Cristiana nos enseña a conocernos a nosotros mismos como la idea de Dios, el reflejo de Dios. Aquí es donde está la libertad: el liberarnos de los sentidos materiales que nos dicen que somos mortales indefensos, pecadores sin remedio, y que debemos sufrir. En esta libertad sanamos de todo lo que nos aqueja; sentimos alegría y salud. Vemos a Dios de una manera muy real y buena, y nos damos cuenta de que cada problema tiene una solución, porque Dios es Todo.
La Verdad que descubrimos con el estudio de la Ciencia Cristiana nos libera. Continuamos descubriendo más de nuestra verdadera identidad y abandonando los conceptos errados que nos limitan y nos hacen creer que tenemos que sufrir o que Dios castiga a Sus hijos. Reconocer que Dios es Todo y es bueno trae la luz del Amor a nuestra consciencia, al decirnos: “No temas”.
La Sra. Eddy experimentó el poder liberador de la verdad de una manera muy natural. Desde su niñez, tuvo la gran convicción de que Dios no era iracundo, como otros creían que era. Criada en una familia cristiana devota, estudió la Biblia y su madre le habló de la bondad y el amor de Dios. Sufrió desgracias cuando era joven, perdió a su esposo al principio de su matrimonio, tuvo una salud muy delicada y luego le quitaron a su hijo debido a eso. Sin embargo, nunca dejó de buscar la verdad que Jesús dijo que nos haría libres. Años más tarde, después de un accidente casi fatal, su vida cambió por completo.
Ella fue sanada de sus heridas cuando leyó una de las curaciones de Jesús en los Evangelios. Dedicó los siguientes tres años a descubrir cómo se había producido esta curación. Y consagró el resto de su vida a compartir la revelación que le llegó como las leyes sanadoras de la Ciencia Cristiana.
Cuando elevamos nuestra conciencia por encima de los sentidos materiales a través de esta Ciencia, nosotros también somos guiados a percibir la realidad espiritual. Nuestra oración debe comenzar reconociendo que somos uno con nuestro Padre-Madre, Dios, el Amor, que es Todo. En esta paz escuchamos la “voz callada y suave” (KJV) de la Verdad.
Por medio de mi estudio de la Ciencia Cristiana he tenido muchas pruebas del poder y cuidado de Dios. Sané de asma y tuve un segundo parto armonioso después de haber tenido una experiencia muy difícil con el nacimiento de mi primer hijo. Además, una de mis hijas también fue sanada de asma. Más recientemente, vi evidencia de la provisión constante de Dios cuando mi familia y yo pudimos asistir a una cumbre de la Ciencia Cristiana en Uruguay, algo que no es tan fácil de hacer cuando uno tiene que viajar desde Cuba.
Asimismo, tuve una experiencia sencilla pero dulce cuando mi hija mayor estaba a punto de cumplir 15 años. Anhelábamos celebrar con ella y celebrar una quinceañera tradicional, pero no teníamos suficientes recursos como para hacer nada de lo que deseábamos. Aun así, tenía una gran confianza en que Dios, el Amor, iba a satisfacer todas las necesidades. Ya había visto cómo se habían superado muchos obstáculos durante este período. Por lo tanto, me aferré al apacible pensamiento de que el Amor divino está a cargo y satisface todas las necesidades humanas. Resultó que pudimos celebrar su cumpleaños de una manera muy armoniosa y alegre para todos. Recibimos mucha ayuda desinteresada y vimos la bondad divina reflejada de una manera extraordinaria.
A través de todas estas experiencias, he visto cómo podemos cumplir el Primer Mandamiento honrando a Dios al mantener nuestros pensamientos en la realidad divina: armoniosos y perfectos. Esto nos lleva a sentir paz y nos llena de confianza, nos da alegría y nos alimenta en nuestro camino espiritual. A veces es difícil creer que Dios está con nosotros, pero cuando eliminamos las confianzas erróneas y las evidencias materiales de nuestro pensamiento, sentimos el abrazo de Dios.
En el Glosario de Ciencia y Salud, la Sra. Eddy nos da esta definición de Dios: “El gran Yo soy; el que es todo-conocimiento, todo-visión, todo-acción, todo-sabiduría, todo-amor, y es eterno; Principio; Mente; Alma; Espíritu; Vida; Verdad; Amor; toda sustancia; inteligencia” (pág. 587). En estas sencillas palabras define un poder supremo e infinito que nos acompaña siempre, y es la fuente de nuestro ser. Solo necesitamos saber que moramos en este poder infinito, Dios, y que tenemos el conocimiento y la visión para eliminar de nuestro pensamiento cualquier creencia falsa.
Nunca estamos solos. Vivimos rodeados del Amor infinito. Nos consuela, nos protege y nos bendice. Ninguna forma de error, de mal, puede quitarnos las bendiciones que son nuestras como reflejo o imagen de Dios.
Puesto que Dios es Todo, el error o el mal, no es real de ninguna manera posible. Nuestra unidad con Dios nos hace estar seguros, completos y nos proporciona todo lo que necesitamos. Y, lo que es más, esto es cierto no solo para un número selecto de personas, sino para todas, dado que el poder infinito del Amor cuida de toda la creación.
