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Original Web

La Verdad trae “nuevo nacimiento” y curación

Del número de octubre de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 14 de julio de 2025 como original para la Web.

Original en español


De niña, tenía dificultad para ver nítidamente. Cuando tenía ocho años, mi madre me hizo examinar por un oftalmólogo, quien le dijo que yo necesitaba un trasplante de córnea. Sin embargo, esta cirugía no estaba disponible en mi país en ese momento. El médico me recetó anteojos, que usaba continuamente. Me recomendó que no leyera y me dijo que a los cuarenta años quedaría ciega.

Además, cuando era una joven adulta, me lesioné la columna vertebral mientras trabajaba en una tienda de ropa. La persona encargada de abrir el negocio y levantar las cortinas pesadas no estaba ese día, así que yo tuve que hacerlo, y en ese momento sentí un dolor fuerte en la columna. Después tuve dificultades para caminar y me diagnosticaron una hernia de disco, y me sometí a la cirugía. El cirujano me recetó un corsé especial que tuve que usar continuamente para sostener mi espalda. Me dijeron que, de lo contrario, podría quedar paralítica a los cuarenta años.

Muchos años después, cuando necesité reemplazar el corsé por uno nuevo, descubrí que era demasiado caro para mí. A menudo, con lágrimas en los ojos, oraba: “Padre, solo Tú sabes cuál es la verdad”. Oraba por la guía de Dios hasta que sentía una paz profunda.

Días más tarde, una amiga me visitó que había asistido a una conferencia de la Ciencia Cristiana. Ella había comprado el libro, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, de Mary Baker Eddy, y después ella sintió el impulso divino de comprar uno para mí. Ella me lo regalo junto con un número de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Mi mirada estaba fija en el emblema de la cruz y la corona en la tapa del libro. Cuando lo abrí, leí en el Prefacio: “La hora de los pensadores ha llegado” (pág. vii). Luego, al final de este, la autora dice: “En el espíritu del amor de Cristo —como quien ‘todo lo espera, todo lo soporta’ y se regocija en llevar consuelo a los afligidos y curación a los enfermos— ella dedica estas páginas a los sinceros buscadores de la Verdad” (pág. xii).

Sentí el deseo de aprender más sobre esta religión, así que fui a la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana cuya dirección había visto en el Heraldo. La asistente me recibió muy amablemente y contestó mis preguntas con respuestas muy satisfactorias. Un mensaje escrito en la pared de la Sala de Lectura llamó mi atención: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud, pág. 494). Estas palabras me confirmaron que Dios había respondido a mis oraciones. El domingo siguiente mis dos hijas y yo, asistimos a la Iglesia de Cristo Científico local por primera vez y con el tiempo, me convertí en miembro. También encontré curación.

Hoy me acerco a los ochenta años de edad, y no he necesitado usar un corsé para mi columna vertebral durante los últimos cuarenta años. Además, la comprensión de mi identidad como imagen y semejanza de Dios ayudó a sanar el problema de la vista. Sucedió naturalmente como resultado del trabajo de oración que estaba haciendo. Ahora puedo leer sin anteojos.

Mi familia y yo hemos estado estudiando la Ciencia Cristiana por más de cuarenta años. Mi gratitud es infinita. Gracias a Dios por todas estas bendiciones. Por medio de la Ciencia Cristiana, he experimentado un nuevo nacimiento. Agradezco a la persona que me recibió con mucho amor el primer día que visité una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana (y aún compartimos una hermosa amistad). Mi estudio de ella me ha dado la comprensión de mi unidad con Dios, quien está siempre presente. Tengo la certeza de que he encontrado la verdad y nunca podré separarme de mi Padre-Madre Dios.

Norma Díaz Minatta
Quilmes, Buenos Aires, Argentina

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