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Protestas de la Verdad

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 29 de agosto de 2013

Original en portugués


Siempre quise participar en manifestaciones populares contra la injusticia y a favor de un gobierno más justo para todos. Pero, por muchas razones, entre ellas la apatía, jamás había participado en este tipo de protestas.

Poco a poco, me di cuenta de que no debo ser apático, pues soy hijo de Dios, quien está en acción todo el tiempo. Así que pensé que debía ser activo por el bien de la sociedad. Una de las formas de ser activo es participar en las manifestaciones populares, en el Internet, en los medios sociales o en las calles.

No hace mucho, participé por primera vez en una marcha de protesta pidiendo la destitución de un político, acusado de estar envuelto en muchas prácticas irregulares. Fue muy emocionante caminar por las calles, entonando gritos de protestas junto con muchas personas que, como yo, anhelan justicia y el progreso de nuestro país.

Sin embargo, después de la marcha, sentí que podía haber una manera más elevada de protesta, una forma espiritual. Entonces recordé un pasaje del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, quien escribe que las “oraciones humildes” de Jesús “eran declaraciones profundas y concienzudas de la Verdad, de la semejanza del hombre con Dios y de la unidad del hombre con la Verdad y el Amor” (pág. 12).

En casa y en otros lugares, empecé a entonar, mentalmente, protestas de la Verdad. Pensé: “¿Cuál es la verdad divina acerca de los políticos? ¿Son acaso deshonestos y odiosos? ¡No! Yo tenía que ver más allá de las apariencias y comprender que todos los políticos son en realidad hijos de Dios, creados a Su imagen y semejanza; que su verdadera naturaleza sólo refleja cualidades divinas, tal como honradez e integridad; que son uno con la Verdad y el Amor; o sea, que jamás pueden estar separados de Dios. Por eso, tienen la capacidad de expresar la naturaleza honrada de Dios, y son incapaces de pecar y hacer mal. Orar declarando estos hechos espirituales puede apoyar las acciones justas de todos los políticos en todas partes, bendiciendo, de ese modo, a toda la humanidad.

La Mente divina que todo lo sabe está siempre guiando y gobernando correctamente a los políticos y a toda la población.

Yo sé que hacer esto no es fácil, porque implica desarrollar un amor espiritual por los políticos a quienes a veces consideramos nuestros enemigos, y orar por aquellos que nos persiguen al cometer injusticias. Pero, ¿no fue exactamente eso lo que Cristo Jesús nos recomendó que hiciéramos? Él dijo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44). Dios es Amor. Él ama a todos, incluso a los políticos, incondicionalmente.

Las protestas callejeras tienen un problema en común y es que muchas veces están acompañadas de una dosis de odio. Pero el odio no corrige a la gente ni las situaciones. El Amor divino es el que “corrige y gobierna al hombre” (véase Ciencia y Salud, pág. 6). Los gritos de una multitud a menudo exaltan repetidamente los defectos y errores de los políticos. Denunciar el error es una acción humana importante, pero no es suficiente. Necesitamos actuar espiritualmente también. De acuerdo con la Ciencia Cristiana, afirmar el error no es la mejor práctica. Negar el error y afirmar la verdad espiritual acerca de la gente y las situaciones es el método más eficaz para corregir las situaciones inarmónicas.

En nuestras oraciones, impulsadas por el Amor divino, podemos negar que alguien pueda ser movido por el egoísmo y la codicia, y afirmar que el hombre, el término genérico de la naturaleza espiritual de todos los hombres y mujeres, sólo pueden reflejar el carácter divino de Dios; que en su verdadera naturaleza todos están movidos e impulsados por la Verdad y el Amor en todo lo que piensan y hacen.

Reconozcamos que es Dios quien gobierna nuestro país. La Mente divina que todo lo sabe está siempre guiando y gobernando correctamente a los políticos y a toda la población. Declaremos en oración que todos estamos bajo la dirección infalible de Dios y tengamos la expectativa de que esa verdad espiritual se hará visible, a medida que la reconozcamos en nuestro pensamiento.

Hoy, y siempre, podemos llenar nuestro corazón de amor cristiano y orar “entonando” mentalmente protestas de la Verdad.

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