La Ciencia Cristiana enseña que hay una sola Mente, el bien infinito, y que no existe poder aparte de esta Mente. También enseña que el hombre, ya sea individual o colectivamente, es el reflejo de esta Mente. Declara que solo esta Mente hizo el universo y lo controla. La Ciencia Cristiana también revela que las creencias falsas del pensamiento humano son errores que la Verdad desenmascara y destruye. Dice la verdad acerca del error, y demuestra que el error es nada porque es un poder hipotético que se opone a Dios. Al hacer esto la Ciencia Cristiana sigue las enseñanzas de Jesús, capacitando a sus seguidores para que comprendan sus dichos, repitan sus poderosas obras y lleguen a su resurrección.
La Sra. Eddy ha escrito que para probar científicamente la irrealidad del mal, primero debemos ver la pretensión del pecado y eliminarlo de inmediato. Al reflexionar sobre este importante asunto, recurramos a las palabras de Jesús, que nunca fue víctima del mal, sino que superó el error en todas sus formas. En los capítulos octavo y décimo del Evangelio de Juan, Jesús dice que el mal es mentiroso, ladrón y homicida. Estos términos lo marcan como criminal. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, página 105, nuestra Guía afirma que la mente mortal “es el criminal en todos los casos”.
Fases de la creencia que parecen estar incluidas en el término “criminalidad” están tramando, desarrollando el plan malévolo y escapando de la justicia, mientras acusan al inocente del crimen. El error desde el comienzo ha declarado su inocencia y ha tratado de imputar a Dios la apariencia del mentiroso y del asesino. Pero el error no puede escapar de la justicia divina, porque tiene la marca de la bestia en su frente. Esta marca no puede borrarse ni ser transferida a la divinidad. El pecador es la mente mortal, y no podemos eliminar las señales de Dios.
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