P: Lidiar con un problema por medio de la Ciencia Cristiana parece dar mucho trabajo. ¿Por qué hacer el esfuerzo de tener una curación cuando puedes resolver las cosas de una manera más fácil?
R: Me desperté en medio de la noche sintiéndome enfermo. Despierto a medias y adolorido, comencé a orar por mí mismo como había hecho muchas veces antes, a menudo con resultados rápidos. Pero esta vez, pasaron varias horas y todavía seguía luchando. De pronto pensé, ¿Por qué me está dando tanto trabajo? ¿Por qué no puedo tener una curación rápida?
Recordé un par de veranos atrás, cuando había tenido una experiencia muy diferente con la oración. Me había tropezado en unas escaleras y, al girar el tobillo, sentí un fuerte chasquido.
Muy pronto me vino el pensamiento: No te preocupes. ¡Puedes orar por esto y tener una curación!Pero de inmediato recibí una llamada de atención de Dios: ¿Por qué oras porun accidente? ¿Por qué no continuas simplemente orando?
Para mí esto quería decir que no necesitaba pasar por cierto proceso para sanar. Podía simplemente continuar confiando y viviendo lo que he aprendido por medio de la Ciencia Cristiana acerca del cuidado total que Dios, el Amor divino, constantemente me brinda. Y con este espíritu de renovada alegría y gratitud por cuán omnipotente y omnipresente es Dios, me liberé por completo del dolor y comencé a moverme normalmente.
Ahora bien, quizás pueda parecer que un relato como ese tiene la intención de inspirarte para que comprendas que la curación no tiene que dar mucho trabajo. Pero no todas las curaciones se producen tan rápido. Y lamentablemente, por lo menos para mí, después de leer el testimonio de otra persona en el que sonaba tan “fácil” lograrlo, a menudo tengo la tentación de compararme con los demás y criticarme a mí mismo por no tener curaciones más rápidas.
Esto indica que es necesario comprender más claramente qué significa el “trabajo” en realidad, ya sea que estemos hablando de sanar, persistir en un proyecto o hacer cualquier otra cosa en la vida; y de si se está produciendo rápida o lentamente.
Volvamos ahora a la situación más reciente, cuando me desperté sintiéndome enfermo y muchas horas después aún no lograba mejorar. Además de la molestia, incluso me encontré pensando en aquella curación del tobillo que había tenido antes, y preguntándome: ¿Por qué no logro tener una curación rápida como tuve en aquel entonces?Estaba definitivamente comparándome, ¡pero con una versión anterior de mí mismo, en lugar de con alguien más!
Pero justo después de esa improductiva línea de pensamiento, me vinieron algunas preguntas sorprendentes: ¿Qué trabajo estás haciendo? ¿Estás tratando de mejorarte a ti mismo? ¿O tu trabajo consiste en continuar honrando a Dios?
Tengo que admitir que este mensaje de Dios no me hizo exactamente saltar de alegría. Yo tan solo quería liberarme del dolor y no quería escuchar lo que sonaba como un sermón. Pero poco a poco me interesó esta idea de aclarar en qué consistía realmente mi trabajo, e incluso me di cuenta de que, en lugar de batallar con los síntomas, las dudas, el temor, la autocrítica, etc., podía optar por “trabajar” confiando en Dios y en todo lo que conozco que Él es: el Espíritu puro, el Principio del universo entero, mi amado Pastor.
A partir de ese momento, aunque todavía pasaron unas horas antes de volver a la normalidad, hubo una enorme diferencia. En 15 minutos, tuve una percepción muy clara y alentadora de que todo estaba bien. Me sentía completamente libre de temor, y si bien mi cuerpo no parecía estar libre, me sentía libre —por medio de la presencia y la fortaleza amorosa y estimulante de Dios— de decidir dónde pondría mi pensamiento. Y lo puse en Dios, reflexionando sobre Su naturaleza totalmente buena.
Al término del día, estaba completamente sano, y no pasé ni un momento más pensando en el tiempo que había tomado. Lo que me dejó fue una profunda gratitud por haber comprendido más claramente la permanencia de Dios, y la comprensión de que la curación, o todo lo que hacemos, no consiste en trabajar duro para lograr algo. Como dice este pasaje de Filipenses, es “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (2:13). Dios es el Único que trabaja; nosotros tenemos el derecho, no importa lo que esté sucediendo, de responder conscientemente a Su trabajo; de estar más conscientes de todo lo que Dios es, en lugar de las comparaciones, dudas, frustraciones o temor. Ese es el verdadero trabajo de curación. En la tranquila quietud de saber que tenemos el derecho de dejar personalmente de trabajar tan duro, podemos responder sintiendo la presencia del Amor divino, y persistir en ello.