Hace muchos años, tuve una experiencia que me enseñó muchísimo acerca del racismo. Me mostró que mejorar la armonía racial en la sociedad comienza con nosotros mismos.
Desde que era niña me ha encantado la idea de amar a mi prójimo como a mí misma y he tratado de vivirla. Me habían enseñado a tomar en serio este mandato bíblico que aparece en muchas tradiciones religiosas de diversas formas. Sin embargo, cuando era una joven adulta, tuve una experiencia en la que cometí un error muy grave y tuve una reacción prejuiciosa y carente de amor que realmente hirió a alguien, y me perturbó muchísimo.
Una mañana al salir para ir al trabajo, descubrí que alguien había abierto mi auto (que estaba en la entrada de coches) y había desmantelado y robado una costosa radio integrada. Llamé a la policía de inmediato. Cuando el oficial me preguntó si había visto a alguien en el auto, le dije que no, pero de inmediato recordé que dos jóvenes de color habían estado en mi jardín el día anterior, visitando la venta de garaje que yo había organizado, así que los mencioné.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!