De vez en cuando, me hago las siguientes preguntas: ¿Cuáles son mis expectativas para la iglesia? ¿Cómo veo las actividades de mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico? ¿Estoy “preparado” en la iglesia?
¿Qué quiere decir “estar preparado” exactamente? En vóleibol, es una posición en la que los jugadores tienen su atención centrada en el jugador que está sirviendo la pelota, y listos para saltar o lanzarse tan pronto la misma esté en movimiento. En este vertiginoso deporte es necesario estar preparado para actuar en fracción de segundos.
Como probablemente no juguemos vóleibol en nuestros servicios religiosos, podemos abordar tal preparación desde una perspectiva mental. Estar preparados quiere decir estar mentalmente alerta a las necesidades de la congregación y la comunidad. Significa dejar de lado todo sentido personal de nosotros mismos y ser receptivos a la comunicación de Dios, la Mente divina.
Algo que aprecio mucho es el concepto de que los servicios religiosos de la iglesia de la Ciencia Cristiana son un mensaje sanador completo. Durante el servicio dominical, escuchamos pasajes de nuestro pastor: dos libros, la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Y durante la reunión de testimonios semanal el Primer Lector lee de esos dos libros y luego invita a la congregación a compartir sus experiencias de curación. Además de todo esto está la expectativa de que se producirán curaciones en estos servicios.
Cuando sirvo en mi iglesia como Primera Lectora, oro para saber que soy obediente a los mensajes de Dios respecto a elegir las lecturas o himnos. Y oro al prepararme antes de cada servicio para ser una transparencia para los mensajes sanadores de Dios, reflejando claramente Su amor. Considero que este trabajo hace que esté preparada.
Pienso que el propósito principal de cada servicio religioso es que las personas salgan inspiradas, elevadas y, sí, sanadas. Esto hace que veamos más allá de la necesidad de llenar cargos en la iglesia para cada servicio. En cambio, podemos estar con el pensamiento preparado para apoyar con la oración y servir con amor y atentamente como Lectores, ujieres, músicos, maestros de la Escuela Dominical y así sucesivamente. Podemos ver que cada servicio dominical y reunión de testimonios de los miércoles es una oración completa que los miembros deben apoyar. Pensar de esta manera acerca de los servicios hace que seamos activos, no pasivos, y comenzamos a trabajar en colaboración como un equipo para la congregación y también para la comunidad.
Hace unos años, tuve una experiencia sanadora cuando visité la iglesia de la Ciencia Cristiana a la que asiste mi hija. Yo había estado luchando con un problema interno que parecía ser una obstrucción, y si bien había estado orando por mí misma, parecía que estaba tomando demasiado tiempo para sanar. Aquella mañana, cuando iba de camino al servicio de la iglesia, declaré que tenía la expectativa de sanar. Mientras estaba en el servicio, me embargó una hermosa sensación de paz y me sentí muy conmovida por las lecturas que escuchaba. ¡Supe que había sanado! Sentí que el dolor desaparecía, y muy poco después, en un par de días, la obstrucción ya no estaba.
Me sentí tan agradecida que quise dar mi testimonio en esa misma iglesia. Como mi esposo y yo vivimos en otra parte del país, sabía que pasarían varios meses hasta que pudiera hacerlo, así que me comprometí a dar un testimonio la próxima vez que volviera. Y efectivamente, pude dar el testimonio varios meses después. Había sentido que mi curación no solo tenía que ver con mi expectativa, sino con la preparación y expectativa de los miembros.
Después de la reunión, pude hablar con la Primera Lectora, quien me contó de su profundo deseo de que la gente sanara en cada servicio, y oraba fervientemente para saber que esto era posible. Ella estaba muy agradecida de que yo hubiera compartido el testimonio porque era una prueba de que la oración había sido respondida.
En otra ocasión, cuando la congregación de nuestra iglesia se puso de pie para cantar el segundo himno del servicio dominical, noté que mi esposo se inclinaba hacia un lado. Lo ayudé a sentarse y de inmediato le hablé de la totalidad de Dios. Cuando me volví a mirarlo, vi que estaba llorando. Fue en ese momento que me di cuenta de que él había sentido algo tan bello y poderoso durante el himno que la emoción lo había embargado. Lo más enternecedor fue que los que estaban en la congregación le expresaron amor de diferentes maneras: le tocaron el hombro, le alcanzaron pañuelos de papel, etc. Pudimos sentir que la congregación estaba orando.
Después del servicio, los dos nos quedamos sentados allí hasta que todos se fueron, y él me dijo: “Tú sabes lo que ocurrió, ¿no es cierto?”. Y le dije que así lo creía. Entonces me contó que mientras cantábamos el himno, sintió que el Espíritu Santo vino y se derramó sobre él, y supo que había sido sanado de algunos problemas físicos y emocionales que lo habían estado agobiando en gran manera. Hubo una claridad de pensamiento y hubo admiración y asombro ante la bondad de Dios. El abatimiento emocional que había sentido desde el fallecimiento de su hermano desapareció, y también supo que estaba libre de una enfermedad previamente diagnosticada. Las pruebas que le hicieron relacionadas con su trabajo posteriormente confirmaron que había recuperado su normalidad física.
Poco después, cuando hablaba con nuestra Segunda Lectora, me dijo que antes del servicio había estado orando con el poema “The Reader Prays” (El Lector ora) (Grace K. Sticht, Christian Science Sentinel, March 29, 1947), y sintió con mucha intensidad que ella sería una transparencia para la Verdad. Me contó que simplemente sabía que la congregación escucharía y sentiría la Verdad. Entonces le aseguré: “Bueno, ¡indudablemente la sintieron!”. Cuando los otros miembros se enteraron de esta experiencia pudimos regocijarnos juntos por el poder sanador de la Palabra.
Estos, por supuesto, son tan solo dos ejemplos de las numerosas curaciones que se han producido durante los servicios de la iglesia de la Ciencia Cristiana alrededor del mundo.
Algo que me ha resultado muy útil para mantenerme mentalmente preparada es de un artículo corto que Mary Baker Eddy escribió en La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea: “Amados Científicos Cristianos: Mantened la mente tan llena de Verdad y Amor que el pecado, la enfermedad y la muerte no puedan entrar en ella. Es evidente que nada se puede añadir a la mente que ya está colmada. No hay puerta por la cual pueda entrar el mal, ni espacio que el mal pueda ocupar en una mente plena de bondad. Los buenos pensamientos son una armadura impenetrable; revestidos con ellos estáis completamente protegidos contra los ataques de toda clase de error. Y no sólo vosotros estáis a salvo, sino que todos aquellos en quienes reposan vuestros pensamientos también son por ello beneficiados” (pág. 210). Es necesario prestar esa atención a Dios, porque puede ser muy fácil quedar atrapado en el funcionamiento de cada servicio religioso, distrayéndonos de su propósito principal: la curación.
Estar mentalmente preparados también quiere decir que estamos alerta a los intentos de la mente carnal de hacernos tener pensamientos discordantes acerca de los miembros o de cómo se están haciendo las cosas en la iglesia. Significa continuar atesorando la actividad del Cristo sin que nos distraigan las cosas que nos separarían. Aun cuando estemos escuchando a los otros miembros y considerando los diferentes puntos de vista, podemos mantener nuestro pensamiento cerca de la Verdad y el Amor. Y el estar preparados y alerta también puede impedir que nos obsesionemos por ver cuánta gente asiste a determinado servicio.
Me encanta recordar que, en todo, como dice Ciencia y Salud: “La parte vital, el corazón y alma de la Ciencia Cristiana, es el Amor. Sin esto, la letra no es más que el cuerpo muerto de la Ciencia, sin pulso, frío, inanimado” (pág. 113).
La Mente infinita se está expresando a través de nosotros, su reflejo espiritual; por lo tanto, somos activos, flexibles, receptivos, alertas y amorosos. Este reconocimiento puede disipar todo sentido personal del yo que nos haría actuar con timidez al hablar con quienes visitan nuestra iglesia, o pensar que no sabemos lo suficiente como para realizar las tareas necesarias en ella. Sabemos lo suficiente porque la Mente está siempre transmitiendo la verdad, y podemos estar muy confiados en nuestra unidad con la Mente. Nuestra preparación nos permite estar mentalmente alertas para dar ese “vaso de agua fría en nombre de Cristo” (Ciencia y Salud, pág. 570) a cualquier buscador espiritual, incluidos los otros miembros.
La práctica de la Ciencia Cristiana es el Amor expresado. Debemos saber que podemos probar este Amor sanador en los servicios religiosos.