Una película reciente, Contagio, dirigida por Steven Soderbergh, explora la propagación de un virus letal que se convierte en una pandemia mundial, matando a miles de personas a medida que gana impulso, y derrotando los mejores esfuerzos de los expertos en control de enfermedades para identificarlo. Según las reseñas, la historia es alarmantemente creíble, centrándose en la ciencia envuelta en la lucha contra un virus de ese tipo. La línea promocional en la campaña publicitaria de la película dice: “Nada se propaga como el miedo”.
Hace más de 100 años, Mary Baker Eddy escribió un artículo radicalmente diferente llamado “El contagio”. Dice: “Si tan sólo la gente creyera que el bien es más contagioso que el mal, puesto que Dios es omnipresencia, cuánto más seguro sería el éxito del médico, y la conversión de pecadores por el clérigo” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 229). En otras palabras, es el bien el que es contagioso, y aceptar esta verdad y vivir una vida basada en esta premisa libera de la creencia en la enfermedad, la vulnerabilidad y los gérmenes peligrosos.
Cuando nuestra hija estaba en primer grado de primaria en Inglaterra, la varicela pareció invadir el aula, y cada día había menos niños en la escuela. La maestra y la asistente de clase sabían que éramos Científicos Cristianos, y se burlaban de mí acerca de mi “confianza” en la inmunidad de nuestra hija contra las enfermedades contagiosas. Entonces llegó el día. La asistente de la maestra llamó para decir que nuestra hija mostraba todos los síntomas de varicela, y que necesitaba ir a recogerla.
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