Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Para jóvenes

¿Amarme a mí mismo? ¿Es posible?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 3 de octubre de 2022


P: Todo el mundo siempre asegura que deberías amarte a ti mismo. Pero a veces pienso: ¿Cómo es posible?

R: Sé lo que quieres decir. A veces parece muy difícil amarnos a nosotros mismos, y creo que eso se debe a las cosas que nos decimos a nosotros mismos sobre nosotros mismos.

La mayoría de nosotros probablemente sabemos que no debemos mentir o difundir rumores sobre otras personas. Pero a veces creo que escuchamos, o contamos, historias no muy agradables sobre nosotros mismos. “No soy lo suficientemente rápido. No soy lo suficientemente inteligente. No soy lo suficientemente... algo”.

Bueno, claro. Alguien por ahí es más rápido que tú. Alguien puede ser mejor en matemáticas, o más divertido, o lo que sea. Pero lo creas o no, todos esos “no soy” en realidad no nos definen. Aquello en lo que somos malos o en lo que no estamos a la altura en realidad no constituyen nuestra identidad. Y al menos para mí, recordar eso a menudo abre una grieta en ese sentimiento de que amarme a mí mismo no es posible.

¿Cómo sé que las cosas malas no nos definen? Es por algo que manifestó Jesús que puedes encontrar en la Biblia. Siempre aprecio las cosas que él compartió porque nos dijo que vino a declarar la verdad y a enseñarnos lo que es verdad. De modo que realmente podemos confiar en cualquier cosa que él diga.

Por ejemplo, aquí hay algo que expresó en su Sermón del Monte: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). 

Para mí, esto quiere decir que cada uno de nosotros tiene una luz maravillosa y única —nuestra individualidad, nuestro regalo al mundo— y no solo podemos conocerla, sino que podemos hacerla resplandecer con confianza. Pero aquí está la parte interesante de lo que Jesús estaba hablando; se encuentra en esa segunda mitad. Dijo que cuando las personas ven el bien que hacemos, eso debe llevarlos a glorificar a Dios, no a nosotros. 

Tal vez eso parezca decepcionante. Si estamos haciendo algo bueno, ¿no queremos que sea reconocido? ¿No forma parte de ser amado? Sin embargo, lo que es muy cierto acerca del hecho de que todas nuestras buenas cualidades apuntan a la Mente divina, Dios, es que significa que son constantes. No están disponibles en función de lo que la gente piensa de nosotros o lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. Y puesto que esas cualidades provienen de una fuente infinita, no podemos carecer de nada en ningún aspecto. Nuestra identidad espiritual es la “representación plena de la Mente”, como dice Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (pág. 591).

También podrías substituirlo por otro nombre para Dios y decir que nuestra verdadera identidad es la representación plena del Amor. Y eso realmente comienza a llevarnos a algún lugar en términos de amarnos a nosotros mismos. Si somos la representación plena del Amor, entonces debemos ser amorosos, amados, merecedores de amor: ya sea que siempre lo sintamos o no, lo creamos o no. 

Descubrí esto por mí mismo una vez cuando viajé a Francia. Al comienzo la había pasado muy mal. Había dejado atrás algunos sentimientos heridos y relaciones rotas, y no me sentía amado. Pero dos semanas después de iniciar mi viaje, tuve una experiencia increíble temprano una mañana, en una ladera francesa que daba al océano. 

Al principio, le gritaba a Dios sobre todas las cosas que eran terribles y Le preguntaba por qué no había hecho nada al respecto. Pero cuando finalmente se me agotaron las quejas, hubo un espacio de silencio sagrado, y de repente, me sentí amado. Profundamente, divinamente amado. Supe sin lugar a dudas que era amado. Y este amor era más importante que cualquiera de las cosas por las que había estado gritando; era la razón por la que existía. Fui sanado, y supe más claramente quién era. No era una persona con decepciones y problemas: era amado. 

El resto de mi viaje —de hecho, el resto de mi vida— fue transformado por aquella tranquila mañana en Francia. Después de todo, solo puedes dar lo que tienes. Entonces, si sabes que eres amado —si sabes que tienes amor— entonces puedes darlo libremente. ¡Y cuando hacemos esto, sentimos que ese amor regresa a nosotros y nos envuelve! Se podría decir que conocer el hecho espiritual fundamental de que somos amados crea un ciclo continuo de amar y sentirnos amados, de sentirnos amados y de amar.

Nunca es demasiado tarde para amar más. Nunca es demasiado tarde para admitir que eres profundamente amado. Todos los días, todas las mañanas, puedes recordarte a ti mismo: “Soy amado, soy amoroso, soy encantador, soy merecedor de amor”. Descubrirás, como lo hice yo, que realmente es cierto.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.