Todos los días, tomamos decisiones sobre todo tipo de cosas. Y hay ocasiones en las que quizá elijamos direcciones que más tarde vemos que se basan en una visión limitada de la vida como material y mortal, contraria a la visión ilimitada que obtenemos desde un punto de vista espiritual.
Por ejemplo, estaba considerando dar pasos en nuevas direcciones en mi vida, pero me disuadieron pensamientos relacionados con la edad y la correspondiente pertinencia de esos pasos. Me hacía preguntas como: “¿Tengo la edad adecuada para asumir estas responsabilidades?” y “¿Es que mi edad va a limitar mi capacidad para tener éxito en este esfuerzo?”. Esta forma de pensar sin duda estaba teniendo un impacto en mi toma de decisiones.
La televisión, el Internet, la radio, los libros, los diarios, las revistas, los amigos, los extraños —y la lista continúa— pueden influenciar nuestras percepciones y puntos de vista. Y a menudo presentan una imagen que transmite los límites asociados con el envejecimiento como algo natural y normal, algo que es de esperar. Lo que a menudo representan es la creencia en que la edad, que corresponde a la creencia en el paso del tiempo, dicta nuestra capacidad, o falta de ella, para vivir nuestra vida al máximo.