
Para jóvenes
Continué orando, estudiando y meditando todo lo que leía. Después de tres días, ya no tenía dolor. Estaba sano.
Esta experiencia fue, para mí, un recordatorio de las bendiciones que se manifiestan cuando confiamos en Dios por completo, al escucharlo y obedecerlo solo a Él.
Definitivamente ahora puedo confirmar que cada curación nos permite experimentar el poder divino de Dios. ¡Aleluya!
También llegué a darme cuenta de que puesto que Dios no viene con cargas emocionales ni tiene malas cualidades, mi identidad como Su creación no es una mezcla de bien y de mal.
Mi equipo y yo hemos progresado en el baloncesto a lo largo de los años, lo que nos ha llevado a expresar más conscientemente cualidades espirituales.
Descubrí que no necesitaba “10 pasos sencillos” para ser feliz, sino que cada respuesta que necesito siempre se encuentra en la Biblia y en Ciencia y Salud.
De repente tuve la idea de que Dios no necesitaba que yo Lo defendiera. ¡Él es Dios, por el amor del cielo!
Cuando regresé a la escuela, recordé que los ángeles de Dios me protegían y que podía dejar que ellos me guiaran.
Parecía que estábamos en el corazón de la tormenta y no había ningún lugar al que pudiéramos ir.
Me inspiré en la idea de que Dios no nos hace temerosos, así que ¿cómo podía estar asustada o nerviosa?