Entusiasmo. Eso era lo que sentía en el verano de 2024 cuando llegué a la pequeña ciudad de Meran, en el Tirol del Sur, Italia. Eran unas clásicas vacaciones familiares, y los próximos días prometían mucha actividad. Pero lo que no sabía era que me esperaba una vislumbre espiritual que cambiaría la forma en que veía mi vida.
Una de las primeras actividades que habíamos planeado era atravesar rápidos en balsas. Éramos cuatro en el bote, dos a cada lado, además del guía, quien explicó que el río estaba particularmente difícil ese día.
Después de una breve introducción, salimos y disfrutamos del agua que nos salpicaba. Seguimos las instrucciones de nuestro guía y estábamos completamente concentrados en lo que estábamos haciendo. Pero no contábamos con lo que pasaría después. De repente, nuestra balsa giró y se dirigió directamente hacia una enorme roca. ¡Y qué chapuzón!, fuimos arrojados del bote a las aguas bravas.